(La elección)
Empiezo a claudicar ante los hechos.
Carece la palabra
de fuerza suficiente para hacer
frente a los actos ruines y el ruido de los necios.
Mejor guardar silencio,
por lo tanto, y dejarse
arrastrar por el magma
impune de los hechos consumados,
o, sin guardar la ropa,
nadar como un torpedo
mudo a contracorriente.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
3 comentarios:
Los torpedos son sumergidos y traicioneros, prefiero los albatros voladores
Espero que tú no calles jamás.
Un beso, Rafa.
Me temo Poeta que no tienes elección. "Estamos condenados a ser libres"
tu elección, creo, es la palabra
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