martes, 16 de abril de 2013

Germen


Termina el día y, de principio a fin,
no ha sido más que un caos en que tus actos,
los has ejecutado por inercia:
tu personalidad y tu albedrío
han sido aniquilados por la máquina.
Y por primera vez recapacitas
e, inquieto, te cuestionas el lugar
que ocupas en el mundo, ese engranaje
taimado y opresivo que se mueve
cebado por tu pánico -y parálisis-
a ser, por no encajar en el sistema,
reemplazado y tirado a la basura.
Y se te viene encima el entramado,
el castillo de naipes que pensabas
te habría de dar abrigo hasta la muerte:
Te habían contado, y siempre lo creíste
con ciega fe, que era el capitalismo
la fórmula perfecta, el mecanismo,
frente a otros asentados en ideas
de corte colectivo, destinado
a, amén de hacerte libre, conferirte
palmaria condición como persona.
Y recuerdas los versos de León
Felipe y como él también exiges
que no te sean contados ya más cuentos,
y te prometes, firme, hacerle frente
al pánico y la inercia, e ir al unísono,
de forma colectiva con los miles
y miles de millones que conforman
la sucia maquinaria a desmontarla
para la libertad y la persona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Es el mundo un engranaje taimado y opresivo? ¿Tiene de esto la culpa el sumo hacedor, como cuando venían las pestes negras medievales? ¿No será el hombre, la máquina imperfecta para vivir en sociedad?