Despreciado Sr. Rajoy:
Yo, ciudadano español, al que usted y
sus secuaces pretenden convertir en súbdito, me dirijo a su nauseabunda e ingrata persona para explicarle que si pago mis impuestos con
disciplina espartana, lo hago para que en España la sanidad y la educación
sean públicas y universales y presten sus servicios a todos por
igual; para que a nuestros mayores y a todos aquellos que sufrieron
la desgracia de perder su empleo, el Estado les proporcione los
recursos necesarios para vivir dignamente; para que las personas
dependientes sean atendidas en todo lo necesario; para la libertad,
la justicia, la solidaridad, la democracia; para que se trate de
procurar a todos y cada uno de mis semejantes algo tan fácil y a la
vez tan difícil y nunca completo como la felicidad.
Pero usted, abominable y prepotente
guiñol de sus amos; usted que, desde el momento en que ha sido,
entre otras tantas maldades, causa de suicidios, infartos y
depresiones, pasa a dejar de ser un demócrata para convertirse en un
malhechor, en un criminal con premeditación y alevosía; usted me
defrauda, me estafa, me ningunea, me roba, nos roba, y dedica mis
impuestos -eso que es producto de mi esfuerzo y solidaridad- y los
de todos los españoles a satisfacer la avaricia facinerosa y tantas
veces letal de las mafias empresariales y financieras.
Por todo ello, me veo legitimado para
decirle que es usted un tirano, un perro, un bastardo, un torturador
despiadado. Que no es ya que no me represente, es que para mí no
vale lo que un gusano. Que me iría de copas para celebrar que un
infarto o un suicidio como esos otros de los que usted es mano
ejecutora en la sombra, nos librase de la pesadilla que supone su
presencia, haciendo del mundo un lugar mejor. Que es usted una
alimaña, un vampiro, un demonio. Que me cago en todo lo suyo, pedazo
de macho cabrío. Muérase, Sr. Rajoy.
Sin más, por el momento, se despide
con la más sincera aspereza y antipatía hacia usted
Rafael León.
1 comentario:
Te va a poner una demanda mariánica
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