Abro por vez primera un poemario
y observo el copyright, la editorial,
depósito legal, ISBN
y algo que me hace abrir
los ojos como platos:
“Este libro fue escrito
gracias –¡mil gracias!– al apoyo
del organismo cual de tal gobierno”.
Joder –me digo–, hasta que punto
se han burocratizado en nuestros días
Terpsícore, Calíope y Erato.
2 comentarios:
No sé de que te extrañas, ni Lope ni Góngora ni Quevedo habrían escrito nada sin sus mecenas. Y en sus prólogos llevaban siempre una poesía pelotera dedicada a ellos
Pues me extraño. Comprendo que para publicar sea necesaria la ayuda de tal o cual. Pero el acto de escribir, el puro acto de escribir es otra cosa; el que escribe, en soledad, frente a sí mismo.
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