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Pregunta el hombre dónde está su sueño,
pide todas las claves, por si acaso
se deja el amor propio a cielo raso,
no vaya a ser, no vaya, a que el empeño
se lo despeñe un rayo como a un leño
y ruede cuesta abajo en el fracaso
caminando las penas paso a paso.
Teme el hombre a lo grande y lo pequeño.
Teme el hombre a la luz y a la penumbra
y casi más diría que a la luz
y casi más diría que al espejo.
Y teme a la mitad que lo vislumbra
en la luna vacía a contraluz
en el recuerdo antiguo de un reflejo.
1 comentario:
Qué decir. No hay palabras. Gracias, María.
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