CUANDO abrió la ventana –no sin cierta premura, pues ya había cantado en un par de ocasiones el gallo-, se dio de bruces con una tupida barrera de ristras de ajo.Bien –se dijo-, nunca es tarde para adoptar buenos hábitos alimentarios.Y, tras desayunar como antes nunca, se alejó hacía las sombras, satisfecho, guiándose del eco de sus gritos ultrasónicos.
casi a traición inesperadamente con esa suavidad que sólo sueñan las hojas desgajadas de su rama en una tarde calma del otoño
daría lo que fuera todo todo por un instante mágico de sapos abrazos y princesas de brujas sin malicia cuervos blancos alfombras voladoras ligeras como el viento preludio de ese genio que concede saliendo de la lámpara un deseo que no haya sido un cuento que no haya sido un sueño
si sigue desvelándome el periplo que lleva hasta su mar llena la luna cualquier noche escapando de estos páramos iré a apagar mi sed entre su espuma a alzarme en surtidor copioso y denso bañando su convulsa arquitectura a hacerme de sus olas ya jinete ya en desbocada lid cabalgadura espasmo enardecido en sus mareas de su bramido extática columna orilla ansiando el golpe de sus aguas pez trémulo sin tregua en su cintura buceando desmedido sin aliento y agónico en su estela en su angostura Ulises desatándose del mástil por ser sal de su sal la quilla impúdica que atada a sus abismos se hunda emerja penetre se hunda a fondo emerja se hunda sedosa y trepidante a un tiempo emerja penetre se hunda a fondo emerja se hunda hasta estallar ahogados al unísono al borde de la muerte y la locura
tan grande es ya la herida que no cabe la sangre en el poema . . . . . . . . . . . . . . . . . .su ancho río sin cauce engendra un mar negro y bravío rompiendo sin piedad sobre la nave de la esperanza exangüe
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .qué mal sabe en la afasia esta sal qué escalofrío de agónicos anhelos que sin brío se sienten ya naufragio
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .no hay más grave zozobra que en su espanto el verbo ahogado sentir que la palabra -ayer cauterio frenando la hemorragia- muda en serio silencio en grieta el grito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .que apocado el llanto se abandona al denso abismo biliar y deletéreo del mutismo
LLEGA la Navidad, periodo que dicen de encuentro, y un estruendo hecho cisma me conmueve: un eco de fusiles y metralla royendo el esqueleto a la esperanza. Pese a no haber tenido nunca fe, y aun sabiendo que no serviría de nada, hoy, tan sólo por no permanecer cruzado de brazos, quisiera poder, saber rezar. Pero ya se me olvidaron las plegarias. Noche de paz, noche de amor, la estrella que contemplo queda lejos y es pintada, y sólo tras caer lo son los ángeles. Llega la Navidad: gloria a ¿dios? en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena y mala voluntad; Belén solloza ahogada por la sangre de un mundo que es un campo de batalla.
JAMÁS un enemigo le infligió tanto espanto. Jamás había huido pavorido hasta entonces. Pero todo jinete desbocado, termina detenido en su galope. Ya entre la sombra y la pared, desenvainó su espada, la blandió con destreza, con arrojo, asestó golpes certeros. Mas cerraban al instante las heridas de las sombras, cegándolo, envolviéndolo, asfixiandolo. Al fin, a punto de doblar ya las rodillas, creyó hallar por su empeño el asidero que habría de llevarlo a la victoria. Y dio con fe de nuevo un paso al frente. Después la náusea, el vértigo, la angustia que acompaña en la caída. Y se le hizo la noche. Y fue noche en la noche para siempre.
CUANDO, en mitad de la noche, despertó, ella estaba a su lado.
-¿Qué haces aquí?, ¿por dónde entraste? –le dijo, más feliz que sorprendido, por un hecho tan insólito como inesperado.
-No deberías mostrarte tan exultante, no soy quien te imaginas.
-¿Entonces? –dijo, incrédulo, amén de un tanto aturdido.
-Mi nombre es Mortis Causa, y he venido para llevarte conmigo al imperio de las sombras –le respondió, sumamente grave, la enviada de la Muerte.
-No importa; también hueles a flores. Y agradezco que al fin, cuando ya no te esperaba, hayas decidido venir a hacerme compañía. Buenas noches, Violeta –le dijo, en tanto, con una ternuradesmedida y una sonrisa en los ojos, la abrazaba antes de quedarse dormido para siempre.
querida en este abismo sin efugio ni límites al que me has desterrado y donde hace ya tanto que no te reconozco no me otorga un instante de tregua tu recuerdo
y no es tanto el espectro de tu falta en mi sangre la razón desmedida que devasta mi calma
mucho más que la ausencia que saber que aquel tiempo que expirase naciendo se perdió para siempre
me amilana me duele tener que en este punto sin retorno asumir que en la paz que imagino sólo hallaré en las sombras no tendré otra ocasión de encontrarte y con suerte no perderte del todo
desde un lugar sin nombre donde ya el calendario y el camino de vuelta se eclipsaron de otoños se despide sin más este desconocido que en la desesperanza y a pesar de tu olvido no te olvida y te quiere
EN el fondo de aquel papel en blanco, caleidoscopio de sombras, junto a un generoso corazón sin mácula, residían sus recuerdos, los cielos nunca hollados, los horizontes rotos, sus desconcertados sentimientos. Noche a noche -lo hacía por los minúsculos poros de aquella piel de nívea oscuridad y celulosa que recubría su alma-, los iba sacando a la superficie en forma de palabras, con la sola intención de aliviar la creciente presión que, voraz como un cáncer, le iba robando el hálito, las ganas de vivir, sus cada vez más apocadas esperanzas. Pero cuánta belleza en sus letras.
Y aquella noche no pudo más; fue tan grande la presión lacerando su entraña, que decidió pintar sobre el papel una gran boca abarrotada de náuseas. Y, a descomunales arcadas, vomitó océanos de una bilis negra y pegajosa que terminó arrastrando tras de sí su corazón cansado.
a veces un poema ruinoso incomprensible difícil y caótico da la medida exacta del alma del poeta . . . . . . . . . . . . . . . . y por ende del mundo y los submundos que nunca han existido al fondo del espejo
TRAS enumerar la prolija lista de cargos que pesaban en su contra, con medida vehemencia la jueza le inquirió:
-¿Cómo se declara el acusado, inocente o culpable?
-Hambriento, señora, hambriento.
(Dedicado a todos los sesudos políticos que, al servicio exclusivo del capital, rigen nuestros destinos desde la Comisión y el Parlamento europeos, Congreso y Senado, Gobierno de España, Parlamentos y Gobiernos Autonómicos, Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos).
ÉRASE una vez un hombre que no se llevaba nada bien con su corazón. El caso es que, sin ninguna patología aparente que pudiese explicarlo, aquel corazón grande y limpio le dolía; insoportablemente, sin dar tregua. Y una mañana clara del mes de abril, ya cansado del dolor de sus latidos, con sus manos fuertes, pero tan ungidas de ternura, se lo arrancó. Sorprendido por seguir sintiendo el aroma de las flores y el poniente mesando sus cabellos, el hombre recordó como a aquel corazón lo había abandonado el alma una lluviosa y fría noche de finales de un muy lejano ya diciembre, y como, pese a seguir latiendo, había estado muerto desde entonces.
Pero el corazón, que aún palpitaba en sus manos, le seguía doliendo, y el hombre, pensando que quizá sólo así podría procurarse el sosiego que tanto anhelaba, lo enterró en el rincón más apartado del jardín de aquella mujer que carecía de nombre, desde que, bajo aquel pertinaz aguacero, su canto se uniese al silencio. Y allí se sentó a esperar, tal y como lo venía haciendo desde el día de su muerte, sin corazón, sin esperanzas.
Al caer la noche, como sintió frío, para tratar de guarecerse de su intemperie interior, el hombre, escarbando con las uñas, agrandó la sepultura en la que yacía su corazón sin alma, y, tras cubrirse de tierra, se fue quedando dormido. Para siempre quizás, sin latidos.
Unos años después, sobre la tumba ignota, floreció el clavel rojo más hermoso y con el más dulce y penetrante aroma que nunca hubiese dado primavera alguna. Tal era su fragancia, que aquella mujer, al sentirla, mudada en mariposa celeste, ascendió desde el profundo abismo de su mutismo voluntario y comenzó a cantar y a pintar el aire en torno a la flor con su vuelo. Y, entonces, el clavel, recodando su nombre, deseó poseer unas manos fuertes y ungidas de ternura para poder arrancarse a aquel hombre descorazonado que, doliéndole, palpitante, acababa de despertar en su interior.
gruñe ronco un motor barrita un claxon neumáticos chirriantes un frenazo ¡A VER SI PRESTA USTED MÁS ATENCIÓN A LA ORDEN LUMINOSA DEL SEMÁFORO! la luz parpadeante del neón del lupanar de moda destilando estruendo y desazón por cada poro un coche haciendo un trompo una ambulancia aullando enloquecida hacia la nada hoy pican algo más que de costumbre los ojos la nariz y la garganta -comenta una señora al camarero que acaba de servirle un aguardiente sumida en un estrépito espantoso de jóvenes noctámbulos café solo y tostada- y luego está señora perdone si le grito este áspero sabor como a castañas se les iría la mano seguro es el sulfúrico ¡MARCHANDO DOS CON LECHE! entretanto en la calle una alarma quizá en la joyería tras un golpe brutal de luna rota eleva su lamento a las alturas y anuncia en poco tiempo la estridencia de sirenas curiosos y disparos millares de motores al unísono despiertan y vomitan trepidantes el asfalto qué hiriente la hosca luz de los escaparates neumáticos alarmas el sulfúrico frenazos¡DOS CON LECHE!los semáforos brutal saturación de los sentidos que impide que escuchemos aunque oigamos el trino fabuloso de los pájaros
aquella hostil mazmorra de luz frente a mis sombras
cuando pude escapar del imán que mi anhelo polariza y repele
al marcharme humillado por no haber conseguido acopiar el valor ni la fe suficientes para al fin merecer un instante de dicha compartida contigo no lo pude evitar ebrio de soledad pensé y sigo pensando que perdidos los mapas de la fe en el encuentro no queda entre nosotros ya ni una despedida y lo malo no es eso lo malo es que ahora sé que todo es por mi culpa y cuánto y con qué encono me duele esta certeza
(o de lo que el Rey de España, por no ir más lejos, jamás dirá en su discurso de Navidad)
HASTIADO ya de tantas felicitaciones hueras, empalagosas e hipócritas como lo son la mayoría de las que a granel y al por mayor se envían por estas fechas, este año os quiero felicitar de un modo diferente, sin falsedades, de corazón y, por tanto, con toda la crudeza, no exenta de ternura y buenos deseos, que un mínimo respeto a la realidad, como sinónimo imperfecto de la verdad, requiere.
Para ello os pediría que, en primer lugar, escuchaseis esto (*). Pero antes de que lo hagáis debo advertiros de que no se trata de un melodioso villancico de angelicales y dulces pastores o de pececillos de colores brillantes que beben y beben plácidamente en un sereno río.
No. Se trata de un grito desgarrado, casi agónico, suplicando auxilio; de una estridente sucesión de mazazos más amargos que el más amargo fado que pudierais llegar a imaginaros nunca.
Aun así, escuchadlo.
Pero con el volumen al máximo, ¡CARAJO!; los oídos bien abiertos; el corazón atento. Porque la realidad, la cruda y espantosa realidad, también en estas fechas que dicen de amor y de paz, es esto.
(*)
Escuchadlo y, después, decidme.
Decidme si no deberían ya estar y pasar muchos años entre rejas los criminales de cuello blanco y esos otros yomelavolasasquerosasmanos que desde los ámbitos de la economía especulativa y el genuflexo y pusilánime seguidismo político están dando lugar a tantas y tantas situaciones como o aun mucho peores que esta que acabáis de conocer.
(FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO).
Decidme si podemos y debemos otorgar crédito alguno a tantos y tantos parásitos nauseabundos de las moquetas oficiales cuando se afanan una vez tras otra en diseñar vergonzosas e impúdicas cortinas de humo -como la urdida en torno al tan turbio y manipulado asunto de los controladores aéreos-, con el único objetivo de, ocultando bajo las alfombras de los tabernáculos políticos el bochornoso producto de sus desmanes, tratar de lavar su imagen repugnante en un intento tan burdo como efectivo por recuperar parte de la credibilidad perdida y por que el pueblo más o menos acomodado, ese que puede pagarse unas vacaciones, ese que sí va a las urnas, ese que, aun precarios, conserva todavía ciertos atributos de pueblo, les otorgue la condición de héroes abnegados y sufridos cuando no son más que unos falaces y patéticos salvapatrias de mierda.
(FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO).
Tratad de decirme cuáles son los motivos de que para ellos no formen también parte del pueblo esos millones y millones de marginados, mangoneados y empobrecidos que en este país, como en el resto del mundo, han ido siendo abocados a la miseria a causa de la irresponsabilidad, la felonía y la soberbia de sus mandatarios.
(FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO).
Decidme qué valor puede tener una huelga general pactada de antemano, qué valor manifestarnos y manifestarnos y volver a manifestarnos como absurdos peces que beben y beben y beben en el río, si no somos capaces de ir más allá; si a todos esos hijos de la gran puñeta, tan a gusto y calentitos como están en sus poltronas bien protegidos por aquellos que en lugar de a ellos deberían proteger al pueblo de sus venenosas conspiraciones, se las trae al fresco que salgamos a la calle en las fechas y las horas señaladas como un vulgar rebaño que no sabe se encamina al matadero.
(FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO).
Decidme si no es momento ya de que todos, todos los trabajadores, todos los ciudadanos, los que aún lo somos y aquellos que, marginados, han dejado de serlo, comencemos a acudir a cada lugar, a cada acto a los que vayan a pavonearse todos esos vándalos sin escrúpulos con sus hipócritas sonrisas profident y sus coches oficiales, para tratar de hacerles la vida mucho menos placentera; para gritarles ya basta, que no estamos dispuestos a seguir creyendo ni por un minuto más en ellos; para decirles lo que son, pura inmundicia; que estamos hasta nuestras partes más pudendas de sus sucios e interesados tejemanejes; que tanto y tanto y tanto acumular pólvora y más pólvora puede terminar provocando una espantosa explosión de la que sólo ellos serán los responsables; para hacerles ver que podemos llegar a ser la más larga, permanente y peor de sus pesadillas. Es posible. Aquí en Andalucía hay ya trabajadores, los trabajadores del sector público, que en defensa de sus intereses y de los del conjunto de los ciudadanos no dejan de demostrárnoslo día a día con su ejemplo. Como ya lo demostraron muchos otros a lo largo y ancho de la historia de las luchas ciudadana y obrera.
(FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO).
Y decidme -sí, ahora me dirijo en particular a vosotros, a los políticos que aún creéis que la política ha de ser un instrumento al servicio del pueblo y no al de sucios intereses espurios-, vosotros decidme si no es ya hora, sin renunciar del todo al mismo, de dejar en un segundo plano tanto ridículo pasteleo legislativo e institucional cuyo principal objetivo no es otro que dar un leve barniz de falsa legalidad democrática a la cada día más férrea dictadura plutocrática y nepotista que nos cautiva. Si no es también ya hora de que, como elemento esencial y prioritario de vuestro quehacer político, os bajéis de una vez por todas a las calles para estar con el pueblo codo con codo en la lucha que pueda encaminarnos con paso firme hacia la excelsa utopía de la igualdad, la libertad, la paz y una permanente cooperación fraternal; hacia esa utopía en la que la felicidad de los pocos no se fragüe sobre las desgracias de los muchos, sobre el dolor y la sangre de los nadie, esos que Eduardo Galeano nos dice no llegan apenas a costar lo que la bala que los mata. Esos que, ahora añado yo, no llegan a costar lo que el papel en el que se dictan contra ellos órdenes de desahucio o comunicaciones de despido que, poco a poco, los van desapareciendo.
(FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO).
Escuchadlo. Escuchadlo con los oídos bien atentos y el corazón abierto y, después, decidme.
Gracias. De todo corazón, con mi más sincero cariño, os deseo
UNA FELIZ NAVIDAD Y UN MUY PRÓSPERO AÑO 2011
así como que -¡el mercado y sus títeres así lo quieran!- ni a lo largo del mismo ni durante todo el resto de vuestras vidas lleguéis jamás a entrar a formar parte de los marginados, los desposeídos, los ignorados, de esos que, desgarrados y sin esperanza, ya sólo pueden aferrarse a un quizá último grito ahogado e inerme: “...coño, que yo no tengo ni que comer; qué voy a hacer, a vivir bajo un puente; toda la vida trabajando, 30 años ahí cotizados o más, y, ahora, de qué vivo, de qué vivo, de qué, de qué vivo”.
Vuestro amigo, que os felicita así porque os quiere,
"Entre una imagen tuya y otra imagen de ti el mundo queda detenido."
Chantal Maillard
desde la última vez que pude verte el légamo adherido a mis anhelos –esa melancolía pegajosa que me ancla al hondo abismo de lo estático- ha crecido llegando hasta la borda del trémulo velero de mi espera y eléctrico amenaza ahogarlo de distancias
y aquí sigo en mi afán con la piel del velamen calcinada a la espera de que en su hálito celeste me acoja nuevamente tu mirada haciéndome ascender dando a mis remos la fuerza el movimiento que ya sólo concibo aun ilusorio en su horizonte
pero ajena a la sal de mis naufragios qué exiguo tiempo me concedes son tan tenues y espaciados los paréntesis que siempre inesperados y escabrosos me otorgas a tu lado que el ansia por tratar de eternizarlos como un cliché endulzando mi memoria en eras de zozobra por tu falta me impide en su galerna izar las velas como alas de gaviota migratoria que orienta aunque no exista ya en cenizas su rumbo hacia el edén de la esperanza
Y a aquel ángel, feraz e inesperado, le comenzó a nacer un sexo, un sexo indistinto, nadie, ni aun el más prestigioso de los sexólogos, hubiese podido afirmar con rotundidad que se tratase de un sexo masculino o femenino, pero sin duda era un sexo. Lo supo porque siempre que el viento descansaba en el lugar de aquel prodigio se sentía vivo; y el ángel, hasta entonces, nunca había sabido lo que era sentirse vivo. Y tuvo miedo –ser poseedor de un sexo propio, como mayor pecado contemplado por la jurisprudencia celeste, era castigado con la castración. Y se arrancó las alas y descendió hasta el mundo para tratar de ocultarse entre los hombres, de ser un hombre más entre los hombres. Y como, pese a haber perdido su inmortalidad, no era suficiente para pasar desapercibido, se dedicó a hacer el mal, y se murió de pena sin haber llegado a disfrutar del sexo en compañía.
sé bien que no te importo que sólo te intereso cuando has de utilizarme y que una vez usado terminas por tirarme indiferente como a un vulgar pañuelo de papel que no da para más a la basura
pero mi alma es de seda y la lavo la tiendo al sol -no importa cuál sea la estación verano otoño invierno primavera o aquella a la que ya no llegan trenes- a la espera tan sólo de que otra vez de nuevo te acatarres y vengas a buscarla al tendedero llenándome de dicha en ese instante previo a que la deseches cuando en su ajada piel limpias tus mocos
El próximo miércoles, 15 de diciembre, a las 9 de la noche en la Galería Taberna Ánima(Galería-Taberna Ánima, en C/Miguel Cid, 80. Barrio de San Lorenzo, Sevilla) celebraremos la Primera Noche del relato breve e hiper-breve de la Tertulia Ánima.
Contamos para la ocasión con las cuentistas (je, je):
Rosa María García Barja (Sevilla)
Elena Marqués Núñez (Sevilla)
Tras su intervención, los asistentes podrán leer, si así lo desean, textos tanto propios como ajenos.
Estáis invitados. Os esperamos.
En el vídeo: El cuento "Casa Tomada" de Julio Cortazar,
narrado por el escritor argentino Alberto Laiseca.
Aunque llores ya por siempre sin consuelo, Petenera, porque nos dejó Morente ¡mare de mi corazón! por que nos dejó Morente, nunca olvides en tu pena, nunca olvides en tu pena, que su cante permanece.
DICEN que la Historia y sus historias se repiten. Aunque siempre, de un modo u otro, hay aspectos, tal vez anomalías inherentes al devenir entrópico de espacio y tiempo, que las hacen diferentes.
Y esta vez se lo arrancó. El reciente incendio lo había devastado de tal forma, que no quedaba en el bosque ni un solo animal vivo con el que urdir el virtuoso engaño. Y allí, sobre el hollín, quedó el pálido cuerpo de la doncella, hermosa como antes nunca por el intenso contraste de su piel nívea con la sangre que adornaba su pecho y el túmulo de cenizas sobre el que yacía ya sin hálito. Alertada por el pusilánime delator de azogue a su servicio, no tardó mucho la malvada reina hechicera en acudir al lugar donde, al contemplar la belleza sin par de su hijastra sin vida, no pudo contener los celos y, tal y como le ocurría siempre que se veía contrariada, se sintió de inmediato anegada por una gula desmedida. Y engulló con tamaña avidez aquel trozo de manzana envenenada, que no pudo más que atragantársele. Y así, en apenas un minuto terminó expirando, quién sabe si más por envidia que asfixiada; que aquella arpía tenía fama de poseer unas tragaderas bien anchas. Nunca, pues, se llegó a saber por aquellos pagos del trabajo abnegado de los siete enanitos del ahora desertizado bosque. Lo que sí corrió de boca en boca durante mucho tiempo fue un rumor, por otra parte nunca contrastado, que apuntaba a que el cazador, arrepentido de su crimen cobarde y execrable, se había retirado para siempre a un lugar ignoto y deshabitado con la intención de tratar de purgar su pecado mediante una práctica ininterrumpida y severa del ascetismo así como de la meditación eremítica.
NO sé cómo ocurrió, no me lo explico. El caso es que esta mañana, al despertar, en lugar de en la cama, ya estaba aquí, tumbado cara a las sobras del eclipse y atado al miedo en mitad de este yermo sin confines. Y lo peor de todo es este inconmensurable ejército de hormigas que con creciente hostilidad me asedia. Desconozco sus intenciones, pero comienzo a temer que hayan venido hasta aquí movidas por el ávido deseo de despedazar y deglutir los despojos putrefactos de mis sueños; me siento como Gulliver en el país de las pesadillas. Hace ya rato pensé que, en esta lamentable y más que ridícula situación, sólo Alicia podría socorrerme. Y la llamé a gritos. Pero un conejo blanco que pasó junto a mí a la carrera, me informó de que, sedienta, había comido tal cantidad de panecillos blancos que terminó por desaparecer para siempre. No llegué a comprender del todo lo que había querido decirme -siempre se me atragantaron las metáforas-, pero lo sentí por Alicia. Ya sólo me queda esperar a que caiga la noche.
ÉRASE un pueblo, de esos venidos a menos, en el que sólo había un peluquero. Cuando murió, no obstante, nadie llegó a echarlo en falta; ya estaban todos calvos.
fingir que no me importas que nunca me importaste tratando de eximirte de la maledicencia de aquellos que en su hastío urdieron difundieron y aún siguen presumiendo que tú y yo que nosotros cuando nosotros
Todo conflicto de intereses se puede -y se debe- mirar desde más de una perspectiva. En el asunto este de los controladores sólo hemos conocido una y creo que no estaría de más tratar de acercarse al punto de vista de aquellos que han sido amordazados. Para tratar de comprender la verdadera esencia de lo que ha ocurrido y está ocurriendo.
Pero como esta mañana estoy bastante vago, para qué escribir acerca de lo que tan bien ya han escrito otros. Como aquí:
Te cierras sobre mí como el mar sobre un pecio dando luz a sus sombras, como el aire asfixiante que en su herrumbre sin tregua colma el barro de aliento. Y así ya eres la sangre, hondo mar, mar abierto, que incendia las distantes penumbras de mis venas.
La línea que define el horizonte no es más que un espejismo. Así, nunca es posible medir con magnitudes físicas la distancia que separa nuestros sueños de su inalcanzable intrascendencia. La medida, aunque a veces se disfrace del color de los destellos, siempre es la sombra.
Dos
Desde su más temprana infancia fue su más firme y casi única vocación. Aunque nunca ya nos será desvelado, quizá el motivo estuviese en aquella recurrente y tan poco común idea que, como la sombra luminosa de un espectro, irrumpía cada noche en sus sueños; aquel continuo preguntarse por la arcana y extraña alquimia que, sin terminar de revelársele, intuía desvaneciéndose en el no lugar de contacto entre lo celeste y lo mundano.
Tres
Fue poco antes de licenciarse en arquitectura cuando concluyó que el horizonte más distante no es el que nace hacia poniente de la cópula sin tacto del mar y el firmamento, sino aquel que se perpetúa coronando como el filo de una espada la vertical de los muros que cautivan sin efugio las huellas sin camino de los sueños.
Cuatro
Y, tras doctorarse, para tratar de ser uña y carne con su vocación, se especializó en puentes. Pero sólo le encargaban paredes, murallas, baluartes, presidios, guetos, cercados, fosos, abismos, alambradas. Y así se fue quebrando su esperanza, adelgazando, consumiéndose.
Cinco
Cuando ya no hubo luz y todo fue distancia, sin saber que una grieta continuaba latiendo esperando el prodigio del regreso al origen, él mismo se hizo muro coronado de abrojos. No hay animal más terco que el frágil pedernal de la esperanza mermando a dentelladas los ojos de la sangre.
Y así, bajo las ruinas del tiempo que perdió a contracorriente, creyó ver, tras la niebla, las alas de un instante.
Seis
La línea que define el horizonte no es más que un espejismo, no hay muro mas hiriente que el puente levadizo que se alza para siempre sobre un foso.
Siete
No les dio tiempo a cortar la cinta. En un descuido ciego de la horda carcelera, corrió hacia el centro vacuo de las sombras y alzó su obra aberrante dejándolas vacías. Se dice que amparada en el ocaso, voló desde el presidio inhabitado un ave henchida en fuego, tendiendo con su estela un puente al horizonte.
de la boca del cántico abruptos y espasmódicos emergieron los últimos acordes como esas náuseas secas de estómago vacío y nicotina que quiebran en mañanas de resaca el sórdido y efímero letargo que presta la ebriedad a un sueño herido de muerte bajo el yugo del destiempo
y el grito desgarrado hecho de bilis amarga cautivada en los adentros mudó la luz buscada en el poema en un perenne y lúgubre silencio
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...