lunes, 10 de agosto de 2009

La persuasión de los ocasos


En asunto de náuseas comulgo con Girondo;
Así que no te cortes:

Que no quede en tu estómago famélico
Ni un átomo marchito, a pan y agua,
De flora o espantajo intestinal;
Deshazte de la sangre amoratada
Que corre prisionera por tus venas;
Destierra los gemidos que en tu boca
Insuflan aire hastiado a tus pulmones;
Y arranca la cabeza a la esperanza
Que yace en la ebriedad de tus crepúsculos.

Arroja al inodoro gloria y dioses.
¡Vomita,
----------- perro!;

--------------------- al cabo tus entrañas
Se encuentran ya vacías,
Y en tanta soledad se admite “vértigo”
Como ángel o animal de compañía.

1 comentario:

rosa_desastre dijo...

Doy por válido el"vertigo" para tapar el agujero de la soledad, cuando vacios, hasta de razones, nos deja el vómito.
Besos