sábado, 8 de agosto de 2009

Espejismo


Huelen las calles a desierto en flor,
A ensueños carmesí, dama de noche
Y a ese murmullo que el arroyo deja,
Agreste laberinto entre las rocas,
Labrando mil caminos a su paso.

Desde la arena roja como fuego,
Vertida desangrada en el asfalto,
Emerge un son celeste que, en su lecho,
Conjura nubes, pájaros y flores:

Qué insólito sabor a amanecidas,
A rocío en los labios, a adoquines gastados.

La explosión de color lo inunda todo;

Su onda expansiva quiebra las aceras,
Horada las fachadas, los cristales,
Calando de ilusión la piel descalza
Del nómada que arrastra, duna a duna,
La sal que lo cautiva como ergástula:
Se quiebran los grilletes y cadenas
Abriendo un paso franco hasta el oasis.

(Mas trata de abrazarlo y se dispersa
Colmando la ciudad de sed y cuarzo).

3 comentarios:

Alma dijo...

Has trazado perfectamente un dibujo en mi cabeza, línea a línea se ha ido creando un cuadro lleno de olores y de colores... besos

Prometeo dijo...

Bello y expansivo, me has traido a la mente mis ñaos de desierto, de arenales bajo el sol insomne, de sobras bailando en las dunas y de ciudades rojas en la lejania...un fuerte abarzo.

Anónimo dijo...

Siempre que haya arena y sol, encontraré mi oasis, aunque se disperse, aunque sea un fuego fatuo.

Bssssssss

:) Reina