viernes, 22 de noviembre de 2013

El espejo de la melancolía (LXXXIX)


con las huellas borradas
y el horizonte ausente
se resguarda a la sombra
de un ciprés al aguardo
de que un golpe imprevisto
de fortuna le brinde
una oportunidad
de mendigar abrazos

y al llegar el ocaso
se anegan sus pupilas
de herrumbre y sal y crece
un temblor en sus labios
como ala de polilla
justo antes de abrazar
la luz que la consume

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mendigar abrazos; polilla que en la la luz se consume. Poesia de la desesperanza.

Vivian dijo...

Precioso el final, y esa ala de polilla (la imagen es bella)
Tú y tus espejos, qué demencia poética Rafita.
Besos