domingo, 18 de agosto de 2013

La bota

“pero siempre habrá alguna
a veces más de una
pisoteando los sueños de los hombres.”

Idea Vilariño

Llegué a pensar que el golpe
de estado militar
se había perpetrado
para la Democracia.
Me costó convencerme
del todo, es cierto, pero
encontré la coartada
para erigirme –aquello
sólo era un mal menor–
en cómplice ideológico
del carro de combate
mancillando las calles,
en la fe, el fanatismo
de los denominados
hermanos musulmanes;
no importaba que hubiesen
accedido al poder
de forma democrática
ni que fuese difícil
o aun puede que imposible
probar que la mayor
parte del pueblo egipcio
se hubiese decidido
por darles las espaldas.
Hoy que la sangre corre
herida por las calles,
asesinada, hoy cuando
las sucias y pesadas
botas de los soldados
patean los testículos,
pisan el cuello, el alma
del pueblo, qué decir:
“Me equivoqué, lo siento,
no volverá a ocurrir.”
Sucederá de nuevo;
no hay mayor fanatismo
que el que, estúpido, esgrime
el hombre occidental,
con su abyecto complejo
de superioridad
y su escasa memoria,
siempre sentando cátedra
y, sobre un decorado
falaz de cartón piedra
uncido a una tramoya
férrea y totalitaria,
queriendo decidir,
arrogante, lo que es
o no es la Democracia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquello pinta mal. Militares criminales y hermanos musulmanes fanáticos. Como diría John Lennon: Quién le da una oportunidad a la paz y la tolerancia