viernes, 15 de julio de 2011

El espejo de la melancolía (XXXIII)


estrépito apagado
que nace atronador de las cenizas
en un mundo sin aire donde sólo
deambulan sin conciencia los cadáveres
que ahítos despreciaron los gusanos

(rumor de un corazón que nadie escucha
y antes de echar a arder ya era el legado
estéril del postrer de los incendios)

1 comentario:

Calma en días de tormenta (Darilea) dijo...

Siento falta de aire con el poema.

Un beso y espero que estes bien.