viernes, 13 de noviembre de 2009

Estatuas


Movido por un pálpito animal
La vista dirigió hacia la ventana
Al, ciego, presentir tras la penumbra
La estela de una luz ya sepultada.

Y entonces, aunque ausente, apareció
Mirándolo al pasar sin vislumbrarlo.

No supo en ese atroz y exiguo instante
Si alzar su vuelo huyendo tras la aurora
O, en cambio, bajo el légamo enterrar
Por siempre los vestigios de sus alas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué hermoso final!
Hablando como los locos, recordé una duda… ¿Las luciérnagas son espíritus?
Eso me decían de niña.
Besos