lunes, 28 de julio de 2008

Muerte térmica


(Si hacemos tabla rasa de los dogmas,
Y damos la importancia que es debida
A la termodinámica y sus leyes,
Y, más concretamente, a todo aquello
Que viene referido a la entropía,
Habremos de aceptar sin más ambages
Que se halla destinado el Universo
A no haber disponible la energía
Que se precisa para hacer posible
Tan sólo un fugaz pensamiento).


Te pienso,
------------------- luego existo.

(Qué fatua la existencia del espectro
Que vaga como sombra en el olvido)

domingo, 27 de julio de 2008

Sol sombrío


Cuando al albor despabila en el Este
Sol que no inunda de azules mi cielo,
Yo rememoro afligido el celeste
Que otra alborada pintara en mi vuelo.

Y una penumbra, tupida y agreste,
Sume a mi entraña en un cruel desconsuelo
Que hace que, ciego, con saña deteste
Amanecer sin su luz en mi anhelo.

Y en su carencia me apresa un espanto,
Duro y glacial como aliento de invierno,
Que mi esperanza consume y agrieta,

Y es cuando, exangüe, derrámome en llanto
Y alzo mis salmos rogando al Averno
Que haga la noche de mi alma, completa.

sábado, 26 de julio de 2008

Pozo ciego



A Mónica Y.

Eran su cielo y su albor
los ojos claros de Eulalia,
y el sentido de su nombre,
en su océano, bitácora.

Eran cual sones de luna
que entre la sal se adentraban
hasta el fondo de su abismo
como escala a la esperanza.

Pero ceguera y silencio
nublaron voz y mirada
y en el pozo del destierro
quedó varada su barca

sin bitácora ni viento,
sin crepúsculos ni escala,
sin mareas ni firmamento
ni luna que lo alumbrara.

Fueron su cielo y su albor
los ojos claros de Eulalia,
y los suyos, sin su luz,
ya infierno y noche cerrada.


Mi agradecimiento a Shade por haberme
regalado esta magnífica imagen.

viernes, 25 de julio de 2008

El patán del ateneo


Hacía ya mucho tiempo que, tratando de ocultarse de su propio fracaso como creador y como ser humano, vivía casi exclusivamente para pavonearse ante las mujeres –las hembras, como a él le gustaba llamarlas- alardeando continuamente de su condición de escritor y de su hombría. Pero, en los círculos literarios y sociales que frecuentaba, todos sabían que no era más que un impotente reprimido y soez, amén de un escritorzuelo ególatra y desmedido, con tan escaso oído musical y tantas carencias en todo lo relativo a las matemáticas, que jamás tuvo capacidad suficiente para diferenciar entre los endecasílabos de un soneto y los asientos de un plan contable.

Tango



Ella le dijo hasta siempre,
Él, te querré hasta la muerte;

Ella, me querrás en vano,
que cual si muerta me marcho;

Él, entregándole un arma,
Dispara - - - - zorra - - - - dispara!

jueves, 24 de julio de 2008

La verdad del poema



A Ana Flores

Metáfora, nutrida en la metáfora,
rompiendo esquemas, cortocircuitando.
La palabra desnuda hecha luz; verbo
piel, patada en la boca del estómago,
honda caricia; cántico supremo
que fragua la verdad de la mentira
diciéndolo todo al no saber nada;
un aroma a universos y vacío,
y el sabor evanescente del tiempo,
anulando la red del raciocinio
y bebiendo con los cinco sentidos
toda la hiel y el almizcle del mundo
sin el vasto adulterio de la lógica.

La espina del verbo



Se ha roto tu promesa:
Te la han quebrado dentro.
La arrojaron, los cuervos,
Sin alas al vacío,
Y fue cayendo a plomo
Como lo hacen los años
Que nunca hemos vivido.
Tras la reja sin fin
Donde mora el silencio,
Trataste, cual sarmiento,
De asirla con las uñas,
Con los dientes, exhausto,
Con toda la renuncia
Que cabe en el espíritu…
¡Pero era tanto el peso!
Que, en el fondo sin fondo
Donde todo enmudece
-Un impacto salvaje-,
Se hizo añicos de sombras,
Liberando aguas negras
Que anegan, desde entonces,
Los límites del tiempo.
La jaula está vacía
Y dentro, con un hilo
Ficticio entre las manos,
Tu sangre se amortaja
Con la espina del verbo,
Esperando, en sus gritos,
A que caiga la noche.

miércoles, 23 de julio de 2008

La promesa



La jaula está vacía;
Gime el albor, compungido en su centro,
Mordido por las sombras incompletas.
En el centro del centro
Una luz arde, opaca,
Y en su llama,
Desolada,
Se niega,
Reniega
De sí misma,
Se consume.
Ya no busco en el verbo
La mano tendida al trémulo labio,
No la voz, ya no la mar tras el párpado;
Sólo busco la esencia
De la noche.

(Porque la sangre llora,
Porque la noche miente…

Porque la espuma, porque la sal, porque la muerte).

martes, 22 de julio de 2008

Transparencias


Qué es eso que arde?
Eso que arde es el sol;
Mis manos,
Ciegas.

(Quién redime a un espejo
que ha perdido su azogue?)

Poema ele-mental



Ven hasta mí, locura,
Y hospédate en mi sangre;
Anega mis sentidos de espejismos
Y siembra mi tristeza con los nombres
De la ilusión perdida;
Tiñe mi soledad de historias falsas
De duendes, hechiceras y alquimistas
Como cuando era un niño y no entendía
Los signos de la muerte.

Para seguir viviendo.

Trapos viejos



Qué dolor de aquel tiempo
De renuncia a tu lado:
Mis noches y mis días,
Mi invierno y mi verano,
Mis años y minutos,
Mi albor y mis ocasos,
Quebrándose en jirones
Cual desgastado trapo.

Mas que yo no daría
Por ese ayer cansado
Llenando mi presente
De añicos desgarrados,
Frente a este tiempo muerto
Que agoniza, olvidado,
Cual traje, en un arcón,
Por siempre, almidonado.

lunes, 21 de julio de 2008

Hemorragia


Si una madrugada se seca el pozo
Del que manan mis versos de agua negra,
Y en su fondo se abisma en cuerpo y alma,
El brillo que, ajeno, alumbra a la luna,

No penséis que ese firmamento negro,
Nacido de las capitulaciones,
Renacerá al celeste de la aurora,

Ni que éste al que algunos llamáis poeta,
Habrá de regresar de las cenizas
Asido al estandarte del poema.

No canta el juglar: se derrama el hombre;
Y así, cuando ese pozo ya no mane,
Signo será de que ya fue vertida
La última gota de su sangre yerma.

domingo, 20 de julio de 2008

Sed de ser tu sangre


Arrástrame volando hasta los límites
De nuestra inescrutable inexistencia
E inventemos allí de Quimeras un lecho
Antes de que el albor haga arder nuestra carne
De criaturas nocturnas.

sábado, 19 de julio de 2008

[[*]]


A MeRieM

Sembrar mis flores;
en tu yermo destierro
ser primavera.


Fotografía: "Namaqualand in Bloom", de Freeman Patterson.

Velas rasgadas



(La partida)

Cadáveres de océanos:
Sucumbe entre las redes, la vela de un pez luna.

Emigra el viento,
Nada
Permanece al eclipse.


Ilustración: Andrey Razoomovsky.

Poema infantil… más o menos.



Detrás de su atril arengaba al pueblo
Con una soflama muy profesional:
"Puedo prometer, por tanto, prometo
Tierra, democracia, plata y libertad".

(Bandadas de gansos, allende en los cielos,
En tropel graznaban “cua cua cua cua cua”.)

viernes, 18 de julio de 2008

Con las bocas puestas


Bajo el torvo estandarte
Que comanda al silencio,
A estrofa abierta se alza,
Insurrecto, el poema.

David, frágil, se enfrenta,
Desahuciado e inerme,
A la hueste invencible
Del gigante del tiempo:

Temeraria disputa
Que, victoria a victoria,
Lo aproxima a su sino:
La derrota final.
-

Moscas


A Manolo Rubiales

…“raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
----- —que todo es volar—,”…

Antonio Machado.

Ser mosca cojonera, ni es fácil, ni está carente de riesgos: el burro es grande y, en cualquier momento, nos puede aplastar con un golpe de cola. Pero… ¡es tan gratificante volar!, compañero.
-

jueves, 17 de julio de 2008

Desolación


Aún te sigo esperando
Exánime a la vuelta de la espina
De esta calle atestada de maraña
En mi ciudad sin ti.

Jirones bajo el telar de Penélope


Sobre el puerto, entre la pútrida niebla,
Abiertos como párpados, se abaten
Los buitres del insomnio.
En ávida jauría picotean
Jirones desgarrados de coágulos
Que mudan las sombras cera quemada.
Después llegan los cuervos,
Ungidos de un sudario de naufragios
A despiezar las sobras…
Y del terco esqueleto
Del mar de los deseos
Sólo renace corrompido al alba,
El llanto hecho carnaza.


Ilustración: “Ulises y las sirenas”, de John William Waterhouse.

Caperucita Roja (de James Finn Garner)


Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representa un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.

Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.

De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.

- Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.

- No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.

Respondió Caperucita:

- Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.

Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.

Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:

- Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.

- Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.

- ¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!

- Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.

- Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!... relativamente hablando, claro está, y su modo indudablemente atractiva.

- Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.

- Y... ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!

Respondió el lobo:

- Soy feliz de ser quien soy y lo que soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.

Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.

Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnicos en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.

- ¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.

El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.

- ¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?

Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.



(Cuento contenido en "Cuentos infantiles políticamente correctos", de James Finn Garner)



miércoles, 16 de julio de 2008

Tragando espuma


Tú, cuerda de atar,
y yo, en mi locura
de amor, maniatado.

Íntima ignominia


Con la noche cerrándose a destiempo,
La aurora abre sus alas, cual ensueños quebrados,
Mordiendo al sol los párpados.
Ciego el astro rey de infecundo espanto,
Abdica abandonando su aureola
A las sórdidas hordas de abstinentes tiranos
Que, en sus restos celestes, alzarán un patíbulo
Para ahorcar sin piedad y en brutal ignominia
Al fruto de la soga y la mandrágora.
-

Amor-atado



Se me ha clavado un verso en la garganta:

La espina de un recuerdo,
Desgarrando,
Atravesada en mis cuerdas vocales.
No sé si es de Gorgona
O de rosa tardía,
Mas gime en mi asfixia un lívido aroma
A ocres horas de otoño
Y bajamar de piedra.

martes, 15 de julio de 2008

Amor-tajado


Vocablo elemental,
Jerga primaria que habita en las manos,
Sin luz, defenestrado;
Queda sinopsis
De lo nunca dicho,
Lo impronunciable,
Lo sin voz ni nombre;
Verbo hecho carne
Rumiando cristales;
Grito y silencio clamando al unísono
Por la sangre en la herida degollada
Del tacto hecho muñones.

(Ya nada espera en su roce rendido,
La perpetua añoranza)
-

Diluvio



El Éufrates sin cauce
No tiene rostro:
Decapitó con su sal mis pupilas.

lunes, 14 de julio de 2008

...esa es la cuestión


Cómo amar todo aquello
Que tú y yo, sin decírnoslo,
Por tanto tiempo amamos juntos.
O, lo que viene a ser lo mismo,
Cómo odiarte, amor, cómo odiarte.

Vastos horizontes (un poema de Jorge Riechmann)


El capitalismo
se autodestruye

Eso sí, compañero:
no te apresures
a descorchar la botella:

hoy sabemos
ya sin asomo de duda
que se lleva el mundo por delante.
-

¡Y que demonios me importa a mí la poesía!


Estos poemas que escribo a destajo,
Todos se orientan hacia un mismo norte:
Reconquistarte, amor, reconquistarte.
Mas llevo tanto tiempo en la zozobra,
Tragando el agua amarga de la ausencia,
Que no sé si me fallan las metáforas,
Pierden su rumbo en tu vista cansada,
O que has desimantado ya por siempre,
Tomándome por muerto, mi bitácora…
En cualquier caso, amor ¡qué gran fracaso!
¡Que gran fracaso, amor, qué gran fracaso!
-

domingo, 13 de julio de 2008

Anónimo evanescente


Pon mi nombre en tu boca.
Mi nombre, no mi lengua
Jugando a simular eternidades;
No mi piel, no mi amor, no una esperanza;
No llamándome a gritos, no cantando
Dulces salmos de arpegios celestiales
Preñados en la excelsa partitura
Que nace en los gemidos compartidos;
Mi nombre en un susurro, mi nombre casi mudo,
Mi nombre bruma, hollín, ocaso, viento;
Mi nombre en la ternura de un suspiro
Que aliente mi dolencia en la distancia
Y alumbre con tu voz mi triste sombra...
Mi nombre,
Vida,

Tan sólo
Mi nombre.

Esquirlas de luna


En la sed del recuerdo, en el pozo del mar, en la sal sin orillas...

En la luna
sin fondo,
lunático sin sueños.

sábado, 12 de julio de 2008

Canallas


Doce / horas –cómo no, de momento-

Para trabajar como putas bestias,

Unas siete para dormir prohibido

Soñar con revoluciones-, y el resto

Poniendo el culo para que ellos hagan

De sucios mamporreros a sus amos.

Y mientras tanto los muy cabronazos

Tocándose a destajo los cojones.


Segmentos (II)


Hipótesis, referida al desprecio,
Formulada a la luz de las ciencias exactas:


La distancia más corta entre dos puntos
-Según lo manifestado en la axiomática
De la geometría euclidiana,
Y aun siendo una longitud sin anchura-,
Está en la línea recta.


(Lástima grande me causa, por tanto,
Que me haya condenado la sal del abandono
A ser ya por siempre un coma profundo).


viernes, 11 de julio de 2008

La sal del desencuentro


Hoy mi desánimo
Se transmuda en pañuelo;
Andén baldío.
Deseo de un hasta pronto
De un tren que hube perdido.
-

Aquel siete de marzo


A veces, cuando tú
Te acercas a mi lado
Y… me hablas,
Sonríes,
Me miras, como…
Si no hubiese existido
Aquel siete de marzo,
Quisiera yo decirte…
¡Tantas cosas!
Cosas sencillas
Como,
Por ejemplo,
“Te echo en falta, aún te quiero,
¿Alguna vez me amaste?...
¿Damos, unidos,
Un largo paseo
Igual que los de antaño?...”
A veces, cuando tú
Te acercas a mi lado
¡Yo quisiera!...
Quisiera,
Pero callo,
Atado ya por siempre
A aquel siete de marzo.
-

Segmentos


Hipótesis, referida al dolor,
Formulada a la luz de las ciencias exactas:

Dos rectas que discurren paralelas
-Según se presume en los postulados
De la geometría proyectiva-,
Terminan por cruzarse en algún punto
Allá en el infinito.

(Lástima grande me causa, por tanto,
Sospechar que tú y yo, tanto ya, sin nosotros,
Carecemos del don de ser eternos).
-

jueves, 10 de julio de 2008

Libertad sin ira, cantábamos


“En la calle, en las aulas,
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes,
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.”

José Agustín Goytisolo


Nosotros,
Los hijos de la posguerra,
Creímos ver nacer la democracia.
Muerto el perro –pensamos-,
Acabóse la rabia.
Por aquellos entonces,
Tan ebrios como estábamos de nuevas libertades,
Apenas ni un instante sospechamos
Que hubiese otra camada ya gestándose
Al calor de los votos y las urnas.
Estos nuevos cachorros democráticos
Fueron creciendo con la Transición
Hasta hacer reventar sus pieles de cordero.
Aun así, su apariencia
No recordaba a los perros de antaño:
Aquellas sanguinarias alimañas,
Sarnosas y de dientes afilados,
Con entrañas de infausto paredón
Y aliento como ergástulas.
Estos otros, por contra,
Podían presumir de pedigrí,
De ser los fieles
Y honestos guardianes
De los nuevos derechos ciudadanos
Y el progreso
Social:
Estado del Bienestar, lo llamaron,
Mientras iban lamiendo en la penumbra
La mano codiciosa y el trasero
Del mismo y eterno dueño de siempre.
Y pronto comenzaron los ladridos
De estos chuchos que, unidos en jauría
Por sus leyes dictadas a medida,
Hoy vuelven por sus fueros sin recato
A ponernos mordazas
A mordernos la tierra
A sorber nuestra sangre.
Nosotros,
Los hijos de la posguerra,
Creímos ver nacer la democracia,
Para al fin sólo ser los herederos,
De las sucias perreras de una vil plutocracia.
-

miércoles, 9 de julio de 2008

Espinas negras


Como cada madrugada, desde hace ya no alcanza a recordar cuanto tiempo, atado de pies y manos lo vuelven a colocar de espaldas contra la pared. Una vez más, como en tantas otras ocasiones, declina hacer uso de la venda que le ofrecen a fin de que a duras penas pueda enmascarar su espanto, y acto seguido, clavando sus pupilas en la espesa penumbra que envuelve a sus verdugos, y aferrado con uñas y dientes a la remota posibilidad de que yerren el disparo, sonríe –“la fe mueve montañas, hijo mío”, le repetía sin cesar su madre, aun ya desahuciada de enfermedad, decrepitud y desesperanza.

Tras unos instantes, fraguados de quietud y eternidades, la misma voz inmisericorde de siempre da orden de abrir fuego, y un estruendo de palomas abatidas salpica el horizonte de silencios, al tiempo que, inerme, se va desplomando en cuerpo y alma sobre el abrupto lecho de las horas exánimes y la hierba despojada de rocío.

Al olor de la pólvora, enmudecen los gallos y aúllan los perros con estrépito, y entonces, como cada negro amanecer, vuelve a sentir creciendo en sus entrañas el pavoroso tormento de la piel indemne, mientras desde su alma acribillada y exangüe, a borbotones brotan sin cesar espinas negras. Luego, de nuevo sumido en la hiriente y sombría humedad de su celda, baja una vez más la mirada buscando, y al ver, como cada ocaso, sus huellas descalzas, llora amargamente lágrimas cansadas.
-

Mediodía en el Trópico de Aries


Sus alas mutaron en cera, al sol del mediodía. Sus pupilas de pájaro aterido, ya no comprenden la palabra del viento.
-

martes, 8 de julio de 2008

Calma total


Atado al mástil de su deriva sin alisios, siente a las llamas consumiendo sus raíces. Arde el barco. No hay celeste que atienda a sus gemidos suplicando: todo es abismo y silencio. Pero se vuelve cera y sonríe al tormento. Al menos, no morirá de frío.


La espina amarilla


Aún con sus ojos vivos, abiertos de espanto, la cabeza de la decapitada avanza rodando, hasta quedarse al borde del mármol negro. Su sangre, a borbotones enraizando, penetra la tierra y orada la madera reseca, hasta empapar la médula de la espina amarilla que, clavada en el corazón del vampiro, daba descanso a sus sueños desterrados. Y anegado de celestes y dorados, vuelve a vivir la macabra agonía de sentirse carroña muriendo.
-

lunes, 7 de julio de 2008

Afelio


Poder alzar el vuelo

Sin alas sosteniendo;

Sin gestos,

Sin palabras.

Sin luz, huellas ni viento,

Migrar hacia el sin Norte

Flotando en el cauterio

Que, libres, nos otorga

La muerte del deseo,

La perenne inconsciencia.


La usurera


Qué hipoteca voraz

A asumir por la vida:

Es tanto el interés

Que grava el capital, tan precario, prestado

Que, al borde de su ruina,

Carne se hace de impago.

Y entonces, incoercible, la usurera

Acude reclamando la carroña

Que dio al alma su crédito.


Luna nueva


Ya tan sólo el azar
Brilla leve entre el polvo
Como fatuo amuleto
Contra mi negra suerte.

¿Sólo?

-------------- No / algo más,
De indudable certeza,
Se alumbra desde siempre
En el útero estéril
Del pozo de la noche.
-

domingo, 6 de julio de 2008

Alarido


La esencia del poema

No habita en las palabras;

Bien es cierto que en ellas se sostiene:

Son sus piernas, su lengua, sus latidos,

Su carne, su piel, sus huesos, su sangre;

Que son ellas la estela

Que rasga levemente las cortinas del agua…

Mas nunca existirían sin el alma que, en grito,

Se afana en cercenar su garganta al silencio.


sábado, 5 de julio de 2008

Letanía


No me arrebates

La fe en tu Milagro.

Sabes

Que nunca he creído en los dioses

Y que jamás, por tanto,

Me serán otorgados sus favores.

Nada habrás de temer, por consiguiente,

Dejando que a los pies de tus Altares

Entone la sedienta letanía

Que te ruega me acojas

En tu Gloria:

Nunca tu Reino

Será de mi mundo.

Mas deja que hasta el fin de la jornada,

Cuando el ocaso con su negro manto,

Caiga certificando la Quimera

De mis vanas y absurdas esperanzas,

Mantenga mi creencia en el Prodigio

De tus Brazos abriéndome las Puertas

Que llevan al calor y a la dulzura

De tu ansiado Celeste.


viernes, 4 de julio de 2008

Entre crepúsculos



Qué agridulce el temblor de las horas cayendo,
Con sus alas sin vuelo, desde el alba al ocaso;
En las hojas marchitas salpicadas de otoño;
En los huesos del fruto, hechos sed enraizando.

Qué belleza sin par atesora un crepúsculo,
Anegando en su sangre, de un fulgor maculado,
Las praderas nevadas bajo el límpido cielo,
Mientras nace una estrella desde el orto asombrado.

Qué dulzura en las olas y en la risa de un niño;
En la rosa y su espina, en los trinos del pájaro;
Y aunque siendo quimera sin lugar en lo eterno,
Cuánta luz, cuánto amor, nos otorga un abrazo.

Qué ilusión en las huellas que arderán de mareas,
En la piel que humedece la caricia de un labio,
En las manos tendidas cual si puentes de arena,
En la asfixia brutal con que ahoga un orgasmo.

Qué belleza sin par desde el alba al ocaso,
Cuánto amor, cuanta sed, en la piel junto al labio,
Qué agridulce el temblor sin ayer ni mañana,
Qué tibieza, qué luz,

--------------------------------- cuánta…
------------------------------------------------ desesperanza.
-

jueves, 3 de julio de 2008

Antes... ciego que sombra


La bruma perniciosa del ocaso

Que anega desde siempre mi mirada,

Hoy se ha metido hasta el fondo de mi alma.

Nunca pensé que la sal de mi sombra

Pudiese morder la sed de otras alas,

De abismo aniquilándolas.

Pero ha sucedido y, ciego de espanto,

Palpando he rebuscado en mil bolsillos

La trémula y tenue luz opacada

De mis gafas de cerca,

Pensando en poder, quizás, salvarme

Mirando en sus retinas mis adentros.

Mas, al ver lo que he visto,

He quebrado con rabia sus cristales

Y henchido de sus trozos mis pupilas,

Para así no sufrir otra vez la embestida

De herir o ser herido en la mirada.

(No alumbrará nunca más mi crepúsculo

La luz que se ha extinguido entre penumbras

Vaciándole sus cuencas a mi entraña).


Taxi


- Adónde, caballero...


…caballero, le pregunto que adónde.


- La verdad, no lo sé:

Desde hace mucho tiempo

No tengo adonde ir

Ni a nadie que pueda estar esperándome.


- Por qué ha subido, entonces.


- Lo cierto es que tampoco

Sabría que decirle con certeza.


Quizá es que estoy cansado

De tanto arrastrar mis huellas vacías,

Sin nada de valor en los bolsillos.


- De veras lo lamento, caballero;

Mas, si no tiene un óbolo,

Habrá usted de apearse


Y seguir caminando.