Vendió su alma a Satán
a cambio de una gota
de rocío. El infierno
sufre desde ese día,
para siempre la sed
febril del desterrado
que pregona su falta
de culpa en el desierto.
(El diablo sabe mucho
por diablo y más por viejo.
Pero, a veces, no alcanza
a superar las doctas
argucias del sediento)
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
El sediento tiene sus argucias, pero no siempre diabólicas
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