En las noches de estío
un bochorno
viscoso
me envuelve
en su sudario
de insomnio
y duermevelas.
Cuando al
fin llega el sueño
de mano del
cansancio
a redimirme
en cuerpo
y alma del
estilete
que esgrime la
vigilia,
un poema,
burlando
la mosquitera, irrumpe
a veces en la alcoba
y me zumba
al oído
cánticos de
sirena.
Lo agarro
por el cuello,
le clavo los
colmillos
y me bebo su
sangre.
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