En un país de fábula
ha mucho hubo unos prados
de verdor sempiterno,
en los que los rebaños
pastaban libre-mente.
Pero una aciaga tarde
arribó a aquellos pagos
un pastor ataviado
con hábito de piel
de cordero y cayado,
ofreciendo a las reses
amparo ante el peligro
inminente del lobo.
Y, amén de agradecido,
obsecuente, el rebaño
se dirigió al redil,
en donde desde entonces,
ajenas a su sino,
aguardan las rumiantes
a que les llegue el turno
en el desolladero.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Pero hay ovejas descarriadas...de ellas será el único reino posible de los cielos: el de la libertad. Mal que les pese a los sepulcros blanqueados, tipo los de la foto (el símil no es mío, sino de un profeta del que la leyenda dice que los sepulcros blanqueados de su tiempo crucificaron)
Publicar un comentario