lunes, 27 de enero de 2014

Aforismos de Geografía Urbana (6): Ambientes nocturnos (Carlos Parejo)

Es día laborable y está próxima a amanecer la Gran ciudad globalizada. Sólo han madrugado los barrenderos negros, los quiosqueros de piel amarilla y los hombres de piel agitanada y morena que preparan desayunos tempraneros.

Comienza la noche del fin de semana, las crías de los mamíferos humanos aúllan de dicha y sacan a pastar sus instintos. Los acogen miles de rediles esparcidos por cualquier gran urbe, donde los rebaños adolescentes jolgorean sucia, ruidosa y multitudinariamente.

Mis adolescentes bisabuelos volvían de madrugada abrazados del brazo y se enganchaban los dedos meñiques como despedida. Nosotros nos sujetamos la curda cogidos de bufanda y nos despedimos -como en los partidos de baloncesto- entrechocando las palmas abiertas y estrechándonos los antebrazos.

Los ojos de los noctámbulos tienen la misma pericia y destreza que los de los gatos para ver en las sombras.

A las puertas de las urbes, donde antes se temía a las aduanas de las puertas de la ciudad amurallada, hoy se tiembla ante la presencia de controles policiales de alcoholemia.

Las ciudades, a partir de las once de la noche, dejan moverse más libremente a los “Fuera de la Ley”: Las gentes sin hogar se arrebujan en miserables harapos y cartones en esas fondas gratuitas que son los cajeros automáticos. Los amantes de lo ajeno acechan, como los animales predadores campestres, en los desfiladeros de calles estrechas, poco transitadas y mal iluminadas. Ese mendigo que ahora llama a no sé quién con su teléfono móvil tuvo antepasados que sólo portaron un cubilete de dados y una baraja de naipes para hacer solitarios, durmiendo en las cestas de verduras que esperaban la apertura del mercado.

¿Quién disfruta -en esta urbe hiperiluminada- contemplando las puestas del sol y de la luna?

La pintura del claroscuro se inventó en la ciudad antigua, la del fuego y las velas, la de las sombras a la luz de la luna. Con la llegada de las bombillas y la electricidad, la pintura se ha hecho realistamente plana.

(¢) Carlos Parejo Delgado


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