domingo, 8 de julio de 2012

Escándalo


Habitualmente nos mueve al escándalo -que no a la alarma social, algo que ya casi sólo se produce cuando consideramos que a los “nuestros” les ha sido escamoteado injustamente un penalti- el hecho probado o no de que una señora haya podido ascender en el escalafón político, social o empresarial, a cambio de negociar con sus encantadores cánones de belleza. Al escándalo y hasta a la envidia -¿por qué no habré sido yo agraciado con un buen par de tetas y unas piernas esbeltas y kilométricas por la madre naturaleza?- Lo cierto es que es para escandalizarse que se pueda llegar a medrar usando los atributos corporales como moneda de cambio. Tanto como que se pueda llegar a hacerlo vendiendo el alma, entregando la ética a saldo; hecho mucho más habitual, si cabe, pero que en raras ocasiones llega a ocasionar tanto escándalo. La envidia es otra cosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo de criticar la ética vendida a saldo lo entiende peor la gente que lo de vender el cuerpo, ya que exige pensar en valores más sutilmente. No olvides que la cultura del honor corporal en España es más pesada y antigua que cualquier otra cosa