lunes, 30 de julio de 2012

Paraísos desaparecidos (2) (Carlos Parejo)


Querido sobrino. Os veo ahí tirados en el suelo sujetando las litronas de cerveza en una mano, silenciosos, y tecleando sin parar vuestros teléfonos móviles en la otra, y me digo a mí mismo: ¡Cómo han cambiado los tiempos¡ Ese solar de cemento en que os reunís, saltando las vallas, siempre ha estado ahí, desde que pusieron la subestación eléctrica.

Hace medio siglo era el “campillo”. A él me iba a cazar ranas en invierno y saltamontes y zapateros en verano. A apedrear a las ratas por la noche. También a tirar balines de cartón con el tirachinas y a explotar triquitraques; cuando no a jugar al trompo, las bolas, la lima, la billarda, la piola o al cielo voy,… Y las chicas, enfrente, jugando a la comba, el elástico, el diábolo, el tejo, o bailando el aro del hula hoop. A veces nos juntábamos todos y hacíamos emocionantes partidas con juegos como el pañuelo, las cuatro esquinas, el mate o policías y ladrones…

© Carlos Parejo Delgado.

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