martes, 8 de abril de 2014

Caperucita y el bobo

Cuando la abordó el bobo feroz a las puertas de aquel local de speed dating, Caperucita se puso la mar de contenta. Aquel tan peludo como inesperado pretendiente podía terminar por constituirse en el bálsamo que la resarciese de su tan catastrófica y poco productiva noche. Y no se equivocaba. Ya en lo que le dijeron era la casa de la abuelita, que pese a sobrepasar con creces los cincuenta, aún conservaba casi intactos los muchos dones con los que había sido agraciada por la naturaleza, el bobo, en apasionado trío, se portó como el más feroz y tierno a un tiempo de los amantes, antes de que le desvalijasen la cartera, le hurtasen el reloj, sus calzoncillos Calvin Klein –de diseño exclusivo- y una pluma estilográfica que hacía ya una eternidad le había regalado E., su más querida, boba y nada feroz amiga.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Es un cuento para niños o un relato erótico festivo de Bocaccio?