martes, 18 de enero de 2011

La ausente (XXII)


A veces la tristeza, terca araña,
Distópica y mordaz, llama a la puerta,
Y anida en lo más hondo de la entraña
Aislándola, dejándola desierta.

En pugna desigual con la alimaña,
Ansiamos desterrarla. En la reyerta,
No obstante, al fin, sin nadie por compaña,
Juzgamos la derrota como cierta.

Y, entonces, surte un gesto, entre el barullo
De anhelos amputados y agonía,
Mudándola un instante en alegría.

Me basta, inesperado, un gesto tuyo,
¡Ya ves!, para enfrentarme al desaliento;
¡De nuevo otórgame su advenimiento!,

Te ruego, antes que el cruento
Combate en soledad con no saberte
Tristeza sea letal, dándome muerte.

2 comentarios:

Milena dijo...

Acaba de atravesar un haz de cielo
por esa "a calycanto" cerrada ventana,
huele a jazmines la tarde

Un abrazote

erato dijo...

Hay corazones que guardan un poso de tristeza y melancolía que nos llevan hasta lo más profundo de los pozos.Basta un gesto, un pequeño haz de luz que se filtra para salvar al alma que se ahoga.Besoss