No digo cada noche
Roído devorándote
No digo cuerpo a cuerpo
Muriendo en ti muriéndonos.
Despertar contra el suelo
A los pies de tu cama
Como un perro que sabe
Que sólo ha de rumiar
Ya el hueso duro cóncavo
Letal de la impotencia.
Roído devorándote
No digo cuerpo a cuerpo
Muriendo en ti muriéndonos.
Despertar contra el suelo
A los pies de tu cama
Como un perro que sabe
Que sólo ha de rumiar
Ya el hueso duro cóncavo
Letal de la impotencia.
3 comentarios:
Preciosa voluntad la del primer verso....
Hay algo más desesperante que la impotencia?
Ten cuidado que ya sabes que las últimas voluntades suelen respetarse, así, pues, llegado el momento, tendrás que preparar esa "metamorfosis perruna que te has pedido"
¡Estos Poetas siempre tan sorprendentes, jeje!
Cuidado con los deseos se pueden cumplir,,, buen poema, buenas figuras. Un abarzo.
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