La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
sábado, 6 de febrero de 2010
En la última trinchera
Te requiero una tregua.
No te hablo de firmar la paz de unirnos
Borrando en nuestra alianza las fronteras
De deponer las almas.
Tan sólo te propongo un armisticio
Que libre de metralla me permita
Hacerle un torniquete al horizonte
Soldar los huesos rotos por la ausencia
Vendar la herida infecta del silencio
Y alzado en las muletas que concede
El magno al que a sus pies yace en jirones
Trenzar con dignidad la retirada.
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8 comentarios:
Nunca la inmisericordia fue magnánima. Así que ya sólo te queda retirarte sin honra o tirar a herir. Nunca deberías olvidarlo. Ni como enemigo te merece.
No rompas tú también nuestro pacto, Gaviota.
pero èxodo, este poema es perfecto. ¿te das cuenta que no se puede decir lo que dices de mejor manera? en fin, mucha envidia es lo que siento, un abrazo, Silvia.
creo, Rafa, que el poeta que más aplaudiría el poema que has escrito sería Miguel Hernandéz.
un beso
Maravillosa propuesta para la firma de un armisticio.
Terriblemente bello.
Un beso
¿Cómo se puede decir tan bien lo que has dicho en este precioso poema?
Me encanta el verso que dice: "Vendar la herida infecta del silencio". Esa es una herida muy mala, ciertamente.
Creo que hay coincidencia...a mi también me parece perfecto,todos los versos me gustan pero
hacerle un torniquete al horizonte...
me parece precioso e imposible por su infinitud.
Trenzar con dignidad la retirada...
la triste aceptación de la derrota.
besos
Vengo leyendote de apoco y...
Parece que cada escrito lo hubieras construído a través de las propuestas que le he hecho en los últimos dos años...
Misterio del alma humana la de amar lo que no nos ama y desear (en forma tan poderosa y apasionada) a quien nos daña en su ausencia reiterada.
No lo entiendo, te juro.
Pero lo siento.
Y si no lo propongo mas es porque me he atado las manos. Y la boca.
....
Y anestesiado el alma...
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