viernes, 29 de febrero de 2008

Tristeza


Buscar, sin hallar, ocultos arcanos

Que muden tibios cánticos, el hielo,

De bandadas de pájaros ascendiendo

Hacia confines del alto celeste;

Que tornen la distancia en piel a piel,

Y que hagan del desierto del pasado

Piedra filosofal de la alegría.

Fotografía: Braid44.

jueves, 28 de febrero de 2008

Es duro ser poeta


Es duro ser poeta.

Sobre todo

Cuando no quieres serlo

Y te sientes un puto desgraciado

Que vomita sus versos pestilentes

Para no reventar de podredumbre.

Es brutal en las noches desangrarse de insomnio

Y tener que escribir por no vivir

Con tanto espanto dentro,

Por sacar de la entraña los recuerdos,

Alfileres clavándose en la sangre,

Royéndola a destiempo.

Es duro, sí, muy duro,

Que alguien venga a decirte

“Qué hermoso lo que escribes;

Sigue haciéndolo así

Y llegarás muy lejos”,

Sin caer en la cuenta de que tú

Ya estas lejos de todo en mitad de la nada,

Y que siempre has buscado con tus versos

Unos brazos que entiendan tu ansiedad

Y vengan a abrazarte con ternura

Ahogando tu dolor en su regazo.

Es duro ser poeta,

Que te ofrezcan llevar a un editor

Una muestra escogida de tu vasto alarido

Por si le fuera rentable plasmarlo

En el negro sobre blanco de un libro

Que hará perdurar tu angustia en el tiempo

Cuando ya te hayas ido.

Tú lo agradeces, claro,

Pero piensas, callado en tus adentros,

Que para qué cojones necesitas

Editar tus poemas, si tú no buscas fama

Ni el reconocimiento de la crítica

Ni tampoco vivir de tu poesía,

Cuando hace tanto que te sientes muerto

Sin los ojos que, antaño, bebían tus estrofas,

Aliviando la amargura de tu alma.

Es duro, sí, muy duro,

No ser más que un puñetero poeta

Al que ya no le sirven para nada

Sus patéticos versos.


miércoles, 27 de febrero de 2008

Violeta, la maga (por María Gómez)

Dicen que La Maga que inspiró a Julio Cortázar para su Rayuela se llamó -y se llama aún- Manuela Rejas. Dicen que cambió la rue de Seine por una calle luminosísima de Veguellina, León, en donde había una casa con patio de geranios y romeros. Que cuando cruzó le Pont des Arts, se quedó a vivir junto al río Órbigo, que se hiela y se florece dos veces por año. Y no hay color.

Siempre supo Manuela Rejas hacer juegos de magia con su vida y convertir, con las mismas piruetas sin red, la vida y las costumbres de los otros en una bellísima aventura efímera cada vez que bailaban sus manos en un ‘nada por aquí’. Y la llamaron Violeta. Violeta, la Ilusionista, la Maga. Aprendió con carácter autodidacta los trucos malabares hasta saberse de memoria dónde se escondían los planos del tesoro del pan de cada día durante la larguísima guerra civil española y cómo colarse en los teatros de varietés de provincias hasta ganarse el aplauso preámbulo de la tan escasa y necesitada cena. Floreció Violeta entre la posguerra y un baúl que arrastraba con más ilusión que fuerza física, lleno llenito de cartas marcadas y amor al prójimo tan próximo y pobre.

Era la primera mujer ilusionista de España, cuya magia supo ver un día Paco Tovar y quiso mezclarla con la suya para contársela a todo el mundo. Violeta y el baúl americano es un corto-documental que narra las peripecias y las trampas para perder de una mujer que se hizo Violeta en un inhóspito mundo hecho por hombres para hombres. Una mujer ilusionista en los años cuarenta qué valor, qué descoque, cuánta generosidad.

Ahora, antes de la última función de Violeta, aunque ya las pistas no le rindan espacio y música de circo, quieren Paco Tovar y un grupo de amigos y profesionales del cine sacar de entre bastidores a Violeta, la Maga, la Ilusionista, para que reciba el aplauso, después de ochenta y dos años, de quienes llevamos en nuestro interior también una violeta deseosa del abono de la ilusión y los abracadabras; de quienes creemos en las chisteras, en los pañuelos de colores y en las palomas blancas de la paz y la palabra.

Es éste un proyecto de comediantes casi anónimos y serenamente transgresores, que pretenden que recojamos parte del testigo que todavía puede ofrecernos Manuela Rejas para aprender, sin pretensiones, de su supervivencia y de su espíritu de lucha, de su amor por la magia de la vida. Sabremos gracias a gente tan desinteresada como Rocío González, Luna Baldallo, Eloy Botello, Rafa León y Carlos Ferrer, entre otros, que otro mundo es posible y que puede estar escondido dentro de un baúl lleno de encantamientos.

Cuando el baúl de Violeta se abra este año durante el Festival de Cortos de Islantilla, daremos fe de que La Maga existe; que se escapó de Rayuela para esperanzarnos e ilusionarnos como a niños.


Artículo publicado en Odiel Información el 27-2-2008.

En la imagen: Manuela Rejas.

Tratando de construir el retorno

Trataré de volver, aunque poco a poco, en unos días. Gracias a tod@s por vuestros ánimos y vuestra amistad.

lunes, 18 de febrero de 2008

Despedida y cierre

Aunque no nos muriéramos al morirnos,
le va bien a ese trance la palabra: Muerte.

Muerte es que no nos miren los que amamos,

muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo.

Gloria Fuertes


Con hoy son 365 días habitando esta isla azul a la que me trajo mi éxodo. Mañana sería el aniversario. No lo celebraremos.

Durante un tiempo, verter aquí mis emociones en forma de poemas y otros textos ha sido una terapia que me ayudaba a sobrellevar la angustia. Pero estoy muy cansado y no puedo más; ya la angustia es tanta que me enmudece, que me impide casi escribir y, sobre todo, me impide comunicarme con vosotros que venís a hacerme compañía.

Tenía razón Gloria Fuertes, no poder gritar que sigues vivo es como la muerte, y yo ya no tengo lengua ni pulmones.

Muchas gracias a todos y hasta siempre.

-------------------------------------------------------------------------------
GRACIAS A TOD@S POR VUESTRAS RESPUESTAS, VUESTRA AMISTAD Y VUESTROS BUENOS DESEOS. IGUAL CON EL TIEMPO TODO VUELVE A SU CURSO. ABRAZOS.

Haikus de luto y llanto (lágrimas negras)


Toda la vida estaba
en tus pálidos labios…
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso
Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni besé…

Eso pude: Eso valgo.

Dulce María Loynaz.

I

Llovizna negra
y un cielo de algodones.
Yo entre la bruma.

II

Muere la lluvia.
Se amarga en los cristales
de tu ventana.

III

Carbón mojado,
se consume en la nieve;
azul sin rojo.

IV

Sólo el aroma
de la rosa pretendo;
espinas vuelan.

V

Lluvia marchita.
De primavera a otoño,
de sueño en sueño.

VI

Un viento tóxico
Me recorre en la noche.
Los cauces, muertos.

VII

Se ha marchitado
la flor de los almendros;
arde en la nieve.

VIII

Nido vedado.
Se estrella en el alero
la golondrina.

IX

En la tormenta
se ha perdido la luna;
noche de otoño.

X

Llora la sombra
de una encina sin luna;
raíces secas.

XI

Fugaz relámpago,
no alcanzo a ver el barro,
pasos quebrados.

XII

La madreselva
trepa por las paredes.
Cual tu recuerdo.

XIII

Los crisantemos
brotando en mi jardín;
sueño de otoño.

XIV

Se ensancha el día.
Y siguen sin llegar
las mariposas.

XV

Como libélula
me detuve en la hierba;
seco el rocío
.


Abril de 2006

domingo, 17 de febrero de 2008

......


me gusta subir despacito

las escaleras de la biblioteca

rozar con mi mano la barandilla

muy levemente

para no romper otras huellas

para acariciarlas con mi nostalgia

sin que nadie lo sepa


.....

sábado, 16 de febrero de 2008

Caracola


Yo era un suspiro
De mar, suave
Sobre la arena rompiendo


Fueron embrujos de sol
Los rumores de mi espuma
Cabalgando sobre el viento


Yo fui murmullo
Dorado, maquillaje
De payaso, chistera
De ilusionista


Pero se quebró la sal
En la cresta de una ola
-Espejito, espejito
¿Puedes decirme quién es
La más bella dama del cielo?-


Yo he sido, yo fui
Hoy ya… Sólo el eco
De un silencio
Desterrado en las cenizas.


Septiembre de 2006


Ilustración: Soledad Fernández.

viernes, 15 de febrero de 2008

....

Siempre


Antes que
te amaré hasta la muerte,
siempre es mejor decir
te amaré siempre;
aunque sepamos que siempre
el amor puede romperse,
aunque sepamos que al fin
siempre la muerte al fin,
aunque sepamos que siempre
sólo una espera siempre.

Siempre es mejor mentirnos a sabiendas,
asegurarnos
a una quimera ingrávida,
a paredes de humo leve que intoxican
la etérea solidez de los crepúsculos ,
que se agotan en la llama oscura y fría
de una espera,
fénix en el porvenir
siempre,
cuando siempre
sólo el fugaz presente.

Siempre es mejor;
siempre
antes que traicionar
nuestro anhelo imposible,
renunciando hasta a morar
el ataúd de vida muerta,
que siempre espera renacer
si un día las primaveras.

Pero puede que siempre también,
más difícil que esperar
siempre,
sea sentirse
esperado hasta la muerte,
por siempre.

Gracias, amor,
por tolerar, siempre,
mi abatida siemprespera.
Hasta la muerte al fin,
para siempre.


Diciembre de 2005

Apurado perfecto

  1. Como cada tarde de los viernes, Eduardo se afeitó concienzudamente –tenía una barba recia y poblada-, tomó una larga ducha de agua fría y se vistió con el traje gris marengo –su único traje- que usaba sólo para aquellas ocasiones que consideraba muy especiales. Tomó en Chapina el autobús que unos minutos más tarde lo dejaría justo enfrente del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, actualmente sede del Parlamento de Andalucía, y con paso firme, mientras lo iba calando una torrencial lluvia de abril –Eduardo odiaba los paraguas-, cruzó la avenida en dirección al Hotel Macarena.

    Una vez allí subió las escaleras a toda prisa hasta llegar al descansillo que daba entrada a la tercera planta, donde se detuvo unos instantes a fin de recobrar el aliento, para después recorrer, ahora ya con parsimonia, el pasillo que conducía hasta la puerta de la habitación 316 que, como cada viernes a las diez en punto de la noche, permanecía levemente entreabierta. Entró y cerró con llave.

    Sobre la cama resplandecía, completamente desnuda, la belleza inigualable de Lucía. Sin mediar palabra Eduardo se abalanzó sobre ella del mismo modo en que lo haría un animal salvaje y hambriento y comenzó a repetir, sin olvidar un sólo detalle, el mismo ritual de siempre, pero cuando besó la mariposa azul que llevada tatuada Lucía junto al pezón izquierdo, ésta, en lugar de gemir como hacía de costumbre igual que una endemoniada, sólo alcanzó a decir, quebrando por primera vez el silencio que los envolvía pegajoso desde que iniciaron su relación:

    -¡Ay! ¡Pinchas!

    A pesar de tratarse de un detalle tan insignificante, tal vez sin contenido alguno, Eduardo sintió, turbado, que tal vez la estuviera perdiendo y una tristeza plúmbea le recorrió dolorosamente el espinazo. Más tarde fornicaron con inusitada violencia; en ese territorio mágico de los sentidos donde se mezclan indisolubles el dolor y el placer más intensos. Tal y como gustaba a Lucía.

    Cada noche de cada uno de aquellos viernes, que repetían desde hacía ya más de seis años, podría haber sido una excelsa sinfonía de encuentro y comunicación sin palabras, de no ser porque los códigos que cada uno de ellos utilizaba para tratar de descifrar aquella atronadora conversación que ejecutaban sus sentidos eran radicalmente opuestos. Él, en cada caricia, en cada mordisco, en cada grito incontenible de Lucía, trataba de descubrir el amor, en un deseo permanente por trascender aquella precariedad de sentimientos que lo torturaba, en tanto que ella, con cada azote, con cada penetración, con cada chorro de cálido semen deslizándose sobre su vientre, sobre sus pechos o por el interior de su boca, sólo buscaba satisfacer sus ansias incontenibles de sexo orgiástico y multiorgásmico, en un intento desesperado por tratar de salir durante unas horas del pesado aislamiento, rayano con la incomunicación más absoluta, al que, por motivos que desconocía Eduardo, se aferraba tratando de evitar cualquier tipo de sufrimiento o estímulo procedente del exterior. Sólo las noches de los viernes se permitía contaminarse un poco del mundo y de la vida. Pero sin perder un ápice de su independencia.

    En el camino de vuelta a su casa que, a pesar de la distancia, hizo caminando, no dejaron de sonar por un instante en la cabeza de Eduardo aquellas dos breves exclamaciones de Lucía; ¡Ay! ¡Pinchas! ¡Ay! ¡Pinchas! ¡Ay! ¡Pinchas! ¡Ay! ¡Pinchas!…

    El viernes siguiente, Eduardo, por primera vez no acudió a la cita. En la mañana del sábado, la mujer que le hacía la limpieza y le planchaba la ropa lo encontró muerto en el cuarto de baño en mitad de un gran charco de sangre y con el rostro en carne viva. En su mano izquierda aún asía, con esa fuerza de la que sólo son capaces los cadáveres, una maquinilla desechable de afeitar.

    La habitación 316 nunca ha estado vacante desde entonces, a pesar de lo cual siempre permanece cerrada, inhabitada. Nadie, de los pocos que la conocían, ha vuelto a saber de Lucía.


    Abril de 2006

jueves, 14 de febrero de 2008

Astronomía



Creo que, aunque me lo niegue a cada instante -con lágrimas azules clavadas en la sal carmesí de mis manos-, en el fondo o, tal vez, sólo muy en la superficie –tratando quizás en vano de no ahogarme aún del todo-, te sigo buscando. Lo único que ocurre, o eso supongo cegado de incertidumbres, es que, con el desgaste del tiempo, he desaprendido el significado de las escalas y de las curvas de nivel, y cuando pienso que subo, bajo, y lo inaccesible y lo cercano se confunden entre leyendas en blanco y negro ya ininteligibles. Sigo sin olvidar, en cambio, el modo de orientarme alzando la mirada hacia la luz de las estrellas. No, no es la ceguera, pero todas las constelaciones yacen muertas, hace siglos, sobre una alfombra de mármol del color de las lilas.
Febrero de 2007

Bajas pasiones


(O de la persistencia de la borrasca)

Cae la lluvia a borbotones prendiendo
Su aroma carmesí sobre el asfalto,
Latiendo, sí,
De arritmia,
Latiendo.

En la noche
Todas las gotas son pardas,
Pero en la luz anaranjada de la farola agonizante
Saben a sangre.

Me protejo a duras penas de sus golpes,
Coágulo a coágulo a coágulo,
Al lúgubre fondo de las cloacas,
Y acaricio con mi espanto el lomo
De una rata gris de alcantarilla.

Y espero,
Con los dedos de la fe remordidos,
A que, tras la curvatura de la aurora,
Un nuevo sol disperse, con sus zarpas amarillas,
Este aguacero impenitente de hace siglos.

Pero mañana,
De nuevo,
Amanecerá nublado.


Febrero de 2007

miércoles, 13 de febrero de 2008

Celda de aislamiento




“Aunque no nos muriéramos al morirnos,
le va bien a ese trance la palabra: Muerte.

Muerte es que no nos miren los que amamos,
muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo.”

Gloria Fuertes.

Me puede este silencio,
Esta muda Babel, a voraz contramano,
Devastando, arruinando
El verbo que jamás se hubo hecho carne.
Ya apenas el poema
Se impone con su ritmo al disparate,
Y un estrépito abrupto como muerte sin tránsito
Golpea las paredes del recuerdo.
Impotente presencio el funeral
De la falsa esperanza, y el camino,
Mudado en hipogeo,
Me atrapa como tumba.
¡Quiero vivir, vivir!, mas, deletérea,
Me puede esta Babel con sus rüinas,
Con la sed que me impone su brutal epitafio,
Con su grito truncado, con su inmisericordia
Tajante como espadas.
No estamos preparados para tanta tristeza,
Para ser devorados
De amargura y destiempo,
Para la soledad.
Y así cuando al dolor
Se suma como epílogo el ocaso,
Las estrellas se inmolan sin clemencia
Sobre vidrios quebrados, sobre témpanos
Que manan con mi sangre como lama sin nombre,
Como hedor amarillo.
Me puede este silencio, sí, me pueden
Estas lenguas cortadas,
Origen y destino de este estruendo
Que brota de la nada.

Febrero de 2008 – abril de 2010

martes, 12 de febrero de 2008

Tierra quemada


Cuando venga la muerte a quitármelo todo,
No he de temblar de miedo. Ya otros perros mordieron
Todo aquello que tuve, arrojándome al lodo
De los pasos perdidos; a zarpazos me hirieron

Desgarrando mi aliento, transformado en recodo
que borró los caminos; sus ladridos urdieron
En mi entraña el vacío -¡Cuán silente ese modo
De espantosos aullidos!-; y un despojo me hicieron

En la nada sumido. Cuando venga la muerte
A quitármelo todo, nada más que dolor
Hallará en mis rüinas, en el iris inerte

Sólo lágrima viva, sólo sed, desamor.
Y será bienvenida porque un golpe de suerte
Será el bálsamo frío de su ansiado sopor.

El carmesí del ruido


Ya sé que en el papel
No se plasman los matices del aullido,

Que es mi sangre
Más espesa y elocuente que la tinta,


Y que tú
Ya no escuchas


(Sube un silencio rojo
Desde el cielo ceniciento de las lilas).


Sólo es por eso
Que encierro a tu fantasma en mis poemas.


Enero de 2007

Reliquias


Tras tanto aventar la simiente
-muñones de sembrador ciego-
hoy, yerta sin germinar sobre el surco de la roca,
agostado el arbolillo y los arroyos,
y enmarañado de cieno y espinos
el angosto sendero que me llevaba a la humedad del huerto,
ya
tan sólo me restan

un par de fotografías digitales
-prueba amarga de aquel diciembre
de oscuros presagios insabidos-
sin la suficiente resolución
para apreciar tus ojos
con la intensidad que yo quisiera
y la dulzura que tú, inmaculada te mereces;

una vetusta impresora descompuesta
que conservo, por si un día
lograse por magia o por encanto,
reparar sus rudimentarios mecanismos
(aunque ya nunca pueda sorprenderte
con mi habilidad de arrojado chapucero);

una película infantil de esas piratas
-valoración: pobre; audio: 3, vídeo: 5-
que no tuve ocasión de entregarte
y se marchita en un cajón abandonada
ávida de alegres risas infantiles
que yo siempre imaginé,
sonriente en la distancia;

un gnomo pequeñito, que vino de oriente,
con la carita feliz -a pesar de su tristeza-
que pongo por la mañana en mi escritorio
y guardo en un armario cada tarde
no sea que al limpiar lo lleguen a romper por accidente
o pudiera sentirse sin amparo
al cercarlo con su soledad brumosa
el desangelado manto de la noche;

una acuarela menuda y luminosa
-que aún está sin el marco dorado de espigas
que quise ponerle siempre-:
con la Torre del Oro, destacando en primer plano,
y Triana, como tú, contigo,
lejana al fondo;

un sin fin de correos electrónicos
-más de ida que de vuelta-
en los que melancólico acumulo
la nostalgia, el dolor y la tristeza
-le he puesto una banderita roja
a aquél en el que tú afirmabas
que, como yo, también me echabas de menos-;

un libro de poemas que compré,
como regalo de cumpleaños,
y cambié por otro, apresurado,
pues pensé que era un vuelo ciego de tristezas
que podría anidar en tu pecho.

Y varias cartas de esas mías
que nunca llegué a enviarte.

Y una dedicatoria aberrante.

Y unos códigos indescifrables.

Y tus paseos por el patio y el magnolio
que espero anhelante cada día
oculto por detrás de las cortinas.

Y unos versos
que crecen y crecen sin sentido,
y brotan podridos de silencio
y de lluvia salobre y dolorida.

Y el ansia,
esta gran ansia reprimida
reventando el territorio carmesí
que se me yace sin descanso en tus reliquias.

Junio de 2006

lunes, 11 de febrero de 2008

Paradoja

Efecto Coriolis


Una fuerza irrefrenable,
Que me arrastra desde el centro
Remoto de mis entrañas
Hacia el fondo de un abismo
Donde quiero imaginar
Un remanso para el alma,
Me lleva a ti.

Huracán que elevándome en el cielo
Me golpea de vaivenes y requiebros
En las líneas isobaras de tu falta.

Y voy a ti,
Entregado,
Anhelante de alcanzar
El ojo de tu tormenta,
Que es mi centro,
La verdad indispensable en los fluidos
Que se baten para alzarse en equilibrio
Sobre el mundo,
Que está en ti,
Que no es ni nunca será
Sin ti.

Pero el vértigo del giro de la vida
Va cambiándome la meta en el camino
Y me pierdo a la derecha
De mis sueños.

Febrero de 2007

domingo, 10 de febrero de 2008

...



(re)Versos

Poema

sábado, 9 de febrero de 2008

El sueño de una noche de verano


Rendido a la noche en vela,

El recuerdo que cautiva mi memoria,

Se expande derrumbando las ruinas

De un frío firmamento sin estrellas.


Sudo,

A sangre y fuego,

Por la llaga que se abre en mi costado

Y, a ratos,

Por la lengua…

Como los perros.


A lo lejos,

Como un presagio,

Se percibe el rumor nauseabundo

Que desprende el camión de la basura,

Y el bálsamo de los golpes de martillo

Que el heroico vecino del tercero

Descarga sobre la inusitada alarma

Que hace como dos horas y tres cuartos

Se disparó con infame violencia

Desde el supermercado que hay enfrente.


Sólo por no vomitar,

Por mor del miedo que me infunde

Mi fúnebre y fundada apostasía

En todas aquellas cuestiones

Que conciernen al reciclaje,

Me masturbo imaginando

Que yazgo sobre el suelo de un burdel

Babeando mi sucísimo aliento

Por debajo de las bragas de encaje

De Audrey Hepburn en blanco y negro.


Onanismo formulado en un cadáver

Tan añejo

Que polvo al viento,

Pero al fin y al cabo

Yo,

Que también me siento muerto,

Me digo,

Perpetrándome otra dosis amarga

De mi infecto y brutal sarcasmo:

Polvo al polvo”

Sin prestar la menor atención

A la nueva mancha seminal

Que bien pronto adornará

Otra flor de la marchita alfombra.


Un borracho escandaloso,

Que va cantando “Nostalgias

De escuchar su risa loca

Y sentir junto a mi boca

Como un fuego su réspiracion”,

Patea con saña al gato

Que adoptó en los Idus de marzo

Al dueño del bar de la esquina;


Hago un gesto de aprobación

Que él no puede percibir

-Y tampoco el gato,

Que huyó pavorido-

Desde el fondo desangelado

De su botella medio vacía

Para agradecérselo en el alma;


Yo también necesito,

En esta noche infernal

De principios de septiembre,

Patear seres vivos

Para sentir el supremo placer

De una relación sincera.


Puedo escribir

Los versos más tristes esta noche

Pensar que te me has muerto

O también que sigues viva,

Durmiente ajena a mis sueños.


Un destello

Y la estridencia del trueno

Prometen aliviarme del bochorno;


Con las primeras y escasas gotas,

Me arrastro con pereza hasta el balcón

Ávido por cubrirme el pelo

Con el barro del polvo sahariano

Que fue previsto con certeza

Hace la friolera de tres días

Por los servicios meteorológicos.


Otra promesa más en vano.

Pero aprovecho

Para orinar en las macetas

Y mato dos pájaros de un tiro.


Antes de volver adentro,

Escupo al borracho en la joroba

Tras varios intentos frustrados

De acertar en la boca de la botella.


Profiere un “mecagoendios

Que le dedica a mis muertos

Y se pierde tras la esquina

Tambaleando esperanzas.


La mías

Las coloco a mal recaudo

Cuando bajo las persianas.


Engullo dos Johnnie Walker,

Black label,

Mientras se me viene a la memoria

La imagen de Marilyn

Con la falda levantada por el viento.


Turbio onanismo suicida.


Septiembre de 2006

viernes, 8 de febrero de 2008

Sentencia


Indiferente a lo injusto,
Sobre poltrona de plumas
Cómodamente tumbado,
Dijiste,
Con voz solemne
Y un rictus de hipocresía
Apenas disimulado:

“No puedo más
Que mostrarme neutral”…

Y te lavaste las manos;

Varias cruces se sumaron
A los montes del calvario,
Todas
Llevaban la firma
De tus dedos aseados.

Agosto de 2006

jueves, 7 de febrero de 2008

"Fascio"


Tras otorgarse el cambuj
del miedo y la preeminencia,
llegaron en gris tropel
renegando del sumario.

Investidos a sí mismos
en verdugo, juez y parte,
con sus miembros camuflados
lanzaron la primer piedra.

Y el aroma de la sangre
enloqueció sus sentidos
haciendo nacer en ellos
la falacia de un eclipse.

Y fraguaron la ignominia,
aliento de miserables,
lapidando la verdad
y la posible inocencia.

Y el lado oscuro creció,
envuelto en camisas negras,
anegando el corazón
de brutal resentimiento.

Julio de 2006

oblación


I

no tengo planes
sólo sueños

y me dejo arrastrar
lejos
muy lejos
sin óbolo hacia aguas de Caronte

sueños
sólo

sin húmeda tierra
ni plañideras venales
sin lívidas flores

II

desgarra
escarba
devora

a dentelladas
ábrete paso

irrumpe en mi corazón

a zarpazos

pa-la-de-a - sus - pin-ga-jos
palpitantes

sabrás
(sólo entonces)
que está hecho de tus manos
de tus ojos
de tu sangre
de sueños
sólo de sueños

de ti

hace tanto

Septiembre de 2005

miércoles, 6 de febrero de 2008

Estrategia


Estos poemas que escribo
Sólo tratan de impedir
Que el ansia muerda mis venas.

Aunque habré de convenir
Que hieren como cuchillos.

Septiembre de 2006

Como Lázaro olvidado


La verdad que se extiende entre nosotros,
Esa que yace nonata en las bocas,
En las manos que, huérfanas de piel,
De anoxia se estremecen,
Es el sepulcro que se alza en el aire
Como estandarte de la inexistencia.
Así, no cabe más que la mentira
Como espacio de vida
(Tengo el alma en los huesos,
Patético esqueleto
De un corazón sin sangre)
;
Miénteme, vida,
Miénteme,
Y haz que renazca en tu misericordia.

martes, 5 de febrero de 2008

Estruendo



Quizá no esté en el silencio
Sino en mis dedos ciegos
La fragua de este sigilo
De borradas huellas
Julio de 2006

Táctica


De esta batalla sangrienta
que recorre las venas del silencio
he buscado una tregua en el poema.
Julio de 2006

lunes, 4 de febrero de 2008

Los cimientos del vértigo


Qué horror sentir estas ansias

En las aguas, sin mar, de la impotencia,

Este pesado anhelo de ser ala

Anclado de plomo en sus venas,

Estas náuseas

Contenidas, estos pasos

Quebrados de antemano.


Es espantoso.


Qué tristemente huero

Sentirse vagabundo en un vergel marchito

Que, habiendo podido ser primavera,

Ya no es más que subsuelo,

Ni siquiera un presagio;

Y tanta sangre muerta maldiciendo en tropel

El tacto de un canto inocente

Que en el tiempo se tornó veneno,

Ceniza estéril calcinando, roca

Forjando silencios a gritos

-Piedra filosofal aberrante

Urdida en un caos sobrevenido-.


¿Dónde cabe enterrar tanta hecatombe,

Tantos años luz de opacidades,

Tanto afán decapitado?

¿Cómo disponer de nuevo de una voz en lontananza,

De un crepúsculo rompiendo las sombras,

De un derroche sin precauciones?


Estaban las cartas marcadas,

No pudo ser de otro modo,

Lo sé,

Pero es tan injusto capitular eternamente,

Ser epílogo no engendrado,

Caminar y caminar sobre las mismas huellas

Cuando ya fueron barridas hace un absoluto

Por la inconmiseración de las mareas.


Resulta insoportable transmitir tanto espanto,

Ser esencia de eclipses,

Eco de sangre, hecha pedazos,

Salpicando, corrosivo, los celestes.


Qué horror sentir estas ansias

Cuando se ha parado el tiempo, y los muros

Se han adueñado del alma.


Qué horror.



Fotografía: Hermin Abramovitch.

Google


Aun sabiendo que no existe,
Rebusco cada mañana
Tu foto por Internet.

Y es que apenas ya recuerdo
Las que tengo almacenadas
En las tripas del pecé.

Y escribo las cuatro letras de tu nombre apocopado
En el buscador de imágenes de Google:
De uno a veinte
De aproximadamente
Dos mil cuarenta resultados
-Ya sabes bien que tu nombre no resulta muy corriente-.

Sigo pasando las páginas,
Mas tu imagen no aparece
En las siguientes entradas
(Como todas las mañanas
A la hora del café)

Y es que en Google no se encuentra,
Por mucho que lo busquemos,
Todo aquello que anhelamos.

Enero de 2007

domingo, 3 de febrero de 2008

Carcoma


(Y te inunda un dolor, como carcoma,

Llaga brutal, invencible y sin tregua,

Que sólo levemente

Se calma con las sombras).


Desaparecer,

Volverse

Cauce sin río,

Puro invierno;

Ser

-Ah, las ansias de eternidad-

Una implosión inesperada,

El centro inexistente del vacío,

Un leve instante, un chasquido de dedos

Que se quiebran para siempre;

Desaparecer,

Sólo

Desaparecer,

Sin más.


Y amanece.

sábado, 2 de febrero de 2008

¿Acaso era esto amor?


Y, dime,
¿cuáles son tus aficiones?
–balbucí, conturbado por su inmensa belleza.
Pude haber dicho “estudias o trabajas”
u otra de tantas frases al uso utilizadas
para ir rompiendo el hielo.
Pero le pregunté,
torpe y turbado, por sus aficiones,
sin esperar con ello –o tal vez sí-
meterle fuego, evaporar el Ártico.
Mis aficiones –respondió, coqueta-
cocinar todo tipo de tortillas
y follar, mucho más
que otra cosa
follar;
y es que follar es algo
delicioso,
¿verdad?
Comprobé con el tiempo
que era una toda una experta
batiendo huevos y una
amante incombustible e insaciable.
Y no deja de serme inconcebible,
ahora que se ha marchado para siempre,
echar, más que otra cosa, tanto en falta
sus tortillas francesas.

(Febrero 2008-octubre 2012)