miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cáustica


Me cuesta digerir tus besos cáusticos.
Me quitan el aliento y desbaratan,
desde la piel al tuétano, la urdimbre
tupida que sostiene mis cauciones,
librando de su jaula a la alimaña
alada y sin confines del deseo.
Luego, cuando el espectro de la más
desmedida templanza te posee
helando boca y alas, limitando,
a esa bestia abonada sin enmienda
a una eterna derrota sin batalla,
mi estómago se anega de una espesa
y lóbrega orfandad que muda en acres
abrojos los despojos apagados
de tus besos sin más, besos simiente
de inicua indigestión, miel en los labios
y, luego, nada, nada, nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es bella la metáfora del deseo como alimaña alada y sin confines