Abrió bajo la luz crepuscular
las vísceras al fénix
y alzando la mirada al sol en ciernes,
entonó un canto fúnebre.
Un instante después,
refrendando su augurio,
se adelantó la noche
y comenzó a nevar copiosamente.
las vísceras al fénix
y alzando la mirada al sol en ciernes,
entonó un canto fúnebre.
Un instante después,
refrendando su augurio,
se adelantó la noche
y comenzó a nevar copiosamente.
En torno de la hoguera mortecina,
los hombres se postraban genuflexos,
temblando de pavor, ahítos de frío.
los hombres se postraban genuflexos,
temblando de pavor, ahítos de frío.
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