domingo, 16 de agosto de 2009

En dique seco


Bajo un cielo plomizo como mármol,
Cautivo en el sudario de las olas,
Me afano en divisar cualquier vestigio
Que pueda mantener mi aliento a flote.

Y entonces se alza nítido el espanto
Que estalla hecho verdad con el azogue:
Jamás hubo bajel, telar ni canto
De sirenas, jamás hubo un naufragio;
Y el agua salitrosa, oscura y densa
Que anega, deletérea, mis pulmones,
No es la mar, son mis lágrimas.

6 comentarios:

Alma dijo...

Hay que buscar el mar para seguir navegando, y está ahí, aunque cueste verlo, está. A veces nuestras propias lágrimas ayudan a encontrar ese mar, por algo tienen en común la sal... besos salados

rosa_desastre dijo...

Un beso....azul

Caminante dijo...

Si anegan tus pulmones...
es que lloras pa´dentro,
y el llora pa´dentro...
se ahoga solito en la vida
(bis)

Besos. PAQUITA

kaiman dijo...

Hay un mar intimo y personal habitando en cada uno de nosotros, aunque sus olas sean de lágrimas.
buen texto amigo

Prometeo dijo...

Bello y triste, la compañia de esa fotos con un trozo de maderamen medio cubierto por la arena y al bruma que nos impide ver el mar o el arenal o desierto o, como bien dices, nuestras lagrimas...un fuerte abarzo.

Anónimo dijo...

Sí, cuando tragas lágrimas saben a mar ( ya te lo había dicho, ¿verdad?)

Un besazo