viernes, 22 de julio de 2011

Ojos que no ven...


ÉL le entregó un revólver. Ella lo miró con moderada extrañeza. Él le explicó que trataba de dejar claro que en todas y cada una de las ocasiones en las que le había dicho que daría la misma vida por un beso de sus labios hablaba en sentido literal. Ella disparó. Después, con dulzura, lo besó junto al orificio que acababa de abrirle en la frente. El orden de las fracturas no altera el producto -se dijo. Y se alejó de aquel suburbio, rodeada de noche, no sin antes haberle cerrado los párpados y desvalijado la cartera.