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Fui yo aquel marinero que esperabas
Y tú faro en la niebla, mi puerto, mi Penélope
Tejiendo y destejiendo la distancia
Con la esperanza incierta de que un día
Supiese interpretar mi sed tus mapas.
Que lástima que el viento y las corrientes
Jamás se nos mostrasen favorables,
Y al cabo haya quedado este poema
En una amarga crónica de náufragos
Ahogados frente a la Ítaca soñada.
Qué largo fue el periplo en el desierto
Para acabar varados en la nada.
2 comentarios:
Con ese deje de derrota tan tuyo...
Un beso, bueno, siete.
Lo he leído muchas veces y cuanto más lo leo más me gusta.
Te aplaudo poeta.
Besos de naúfrago a naúfrago.
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