lunes, 23 de agosto de 2010

La náusea


El cielo está sin aire, herida el ala
Del ángel que, sumido en una noche
Que brilla más que el sol del mediodía,
No encuentra ya un motivo que lo impulse
A alzar de nuevo el vuelo.
Lo sabe todo ya, no alberga dudas.
Cautivo de su hirsuta certidumbre,
No alcanza a deleitarse en los prodigios
Que antaño deslumbraran sus sentidos:
La luz crepuscular, las estaciones,
Las fases de la luna,
El cíclico vaivén de las mareas.
En su ardua conclusión se desvanece:
De tanto meditar sobre el enigma
De origen, meta y tránsito,
No quedan ya preguntas sin respuesta
Que, al margen de su centro atormentado,
Den aire al desamparo que le impide
Confiarse en otra búsqueda.

Ilustración: Melancolía I, de Alberto Durero.

1 comentario:

Alma dijo...

Toda búsqueda tiene su fin y sólo el tiempo puede decirnos si a esa búsqueda se sumará una nueva.