lunes, 18 de abril de 2016

La California de Philip Marlowe (3 y último) (Carlos Parejo)


El night club tiene en su entrada una arcada de lona para que el portero te abra la puerta del coche y bajes sin mojarte cuando llueve. Sus puertas de cristales se abren solas… tienen grabados pavorreales en plata… En el vestíbulo una chica te da una ficha cuando dejas tus prendas en el guardarropa; otra te vende tabaco y cerillas, o te acompaña al cuarto de baño…

La sala está flanqueada por paredes con cortinas de seda, espejos y cristaleras de vidrio, iluminadas suavemente desde detrás. Tienen grabados antiguos veleros, pagodas siamesas y templos del Yucatán, o animales de la selva, a los que acompañan jaulas de pájaros... Todo rezuma elegancia. El salón ni es muy oscuro ni está muy iluminado… Las mesas, no muy próximas una a otras, tienen asientos cómodos, manteles de finas texturas y barnizadas mesas redondas… por ellas revolotean silenciosamente los camareros como si fueran mariposas… La pista de baile ocupa el centro… Al fondo está la orquesta que toca, como en sordina, seductoras melodías que más que melancólicos sonidos parecen recuerdos recitados al oído…

(¢) Carlos Parejo Delgado

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