viernes, 16 de mayo de 2014

A propósito de las dos varas de medir en lo relativo a las diferentes apologías del delito que abundan en la red

Los capos de la mafia actúan así. Cuando alguien osa toserles, pueden, en ocasiones, hasta llegar a mostrarse misericordiosos y sólo decapitar al caballo del acatarrado para depositarlo posteriormente a los pies de su cama mientras duerme. Pero ¡ay! del reincidente, porque a este le curan el constipado para siempre. Por el contrario, si el que tose es uno de los suyos, contaminándolo todo, le regalan una buena yegua y, cuando las circunstancias lo requieren, una caja de comprimidos de menta. Pero de esos no más que con efecto placebo, que a la mafia le interesa que los suyos puedan seguir tosiendo.

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