viernes, 3 de mayo de 2013

Tósigo

Hablan sobre el "adelgazamiento" del Estado con el desparpajo y la indolencia de los que se piensan impunes. De los que se otorgan a sí mismos la condición de miembros de una estirpe superior tocada por la mano de los dioses. No obstante, aún se escudan cobardemente en el eufemismo. Porque adelgazamiento del "Estado" significa hambre y frío y sed y cadenas y marginación y desesperanza y tristeza para el pueblo. Ese pueblo al que ya han obligado a colocarse a cuatro patas para, con el sadismo propio de déspotas e inquisidores, proceder reiteradamente a su violación salvaje. Lo cierto es que, observándolos en su criminal cinismo heredero del aceite de ricino y los fusilamientos al alba de aquel infausto Generalísimo, de aquel nauseabundo y detestable golpista por la gracia de dios, dan ganas de desempolvar las guillotinas. Pero no; así no se haría justicia. Porque, a veces, ni la ley del Talión es suficiente. Lo justo -y ejemplarizante- sería condenarlos a la intemperie hasta el fin de sus días. Desnudos. Viéndose obligados a buscarse el alimento entre la putrefacción de los contenedores de basura. Teniendo que dormir en las cloacas, que es lugar que por su naturaleza les corresponde. Para que comprendieran en toda su crudeza el significado de sus propias consignas. Para que bebiesen del amargo tósigo al que ya han sentenciado sin posibilidad alguna de apelación a los pueblos de España. El tósigo de la miseria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si siquiera uno de cada diez miembros del PP hubieran vivido en la pobreza qué distinto gallearían. Bonita reflexión inicial. y cuando te sulfures piensa en Gandhi