sábado, 9 de marzo de 2013

Buroparnaso

Abro por vez primera un poemario
y observo el copyright, la editorial,
depósito legal, ISBN
y algo que me hace abrir
los ojos como platos:
“Este libro fue escrito
gracias –¡mil gracias!– al apoyo
del organismo cual de tal gobierno”.
Joder –me digo–, hasta que punto
se han burocratizado en nuestros días
Terpsícore, Calíope y Erato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé de que te extrañas, ni Lope ni Góngora ni Quevedo habrían escrito nada sin sus mecenas. Y en sus prólogos llevaban siempre una poesía pelotera dedicada a ellos

ralero dijo...

Pues me extraño. Comprendo que para publicar sea necesaria la ayuda de tal o cual. Pero el acto de escribir, el puro acto de escribir es otra cosa; el que escribe, en soledad, frente a sí mismo.