De su pueblo, al que el fascismo
castigó con mano dura,
la nieta del boticario
es técnico de cultura.
Y, aunque se dice demócrata,
terca esgrime la censura
para soslayar los crímenes
de aquella atroz Dictadura.
Y es que el abuelo, en sus tiempos,
contribuyó sin mesura
a la barbarie del régimen
con pócimas de tortura.
Pero a pesar de su yerro,
que a nadie le quepa duda,
ha mejorado a su abuelo,
con creces la criatura:
al aceite de ricino
han dado paso las letras;
¡cuánto mejor la palabra
que aquellas crueles recetas!
Y a nadie extrañe que ansíe
de su herencia desmemoria,
¿a quién no avergonzaría
ser fruto de aquella escoria?
Mas el resto mantengamos
bien despierta la memoria,
sólo así quizás logremos
no se repita la Historia.
4 comentarios:
Vaya...y es que si yo te contara la de técnicos de cultura que conozco...de todos los colores y a todos los servicios..pero mejor callare..
Besos
Hoy recordé al mío: Honesto, bravo, valiente... también de un pueblo castigado muy duramente por el fascismo... yace en tumba anónima, en fosa común con otros; su "delito": ser rebeldes y exigir para sus hijos una España diferente
Abrazos
Sí, Dafne, hay cada sujeto por ahí suelto. Pero, como nos recuerda Milena, tanto entonces como ahora, también hay mucha gente honesta.
Sendos abrazos.
PS. Ah, y contadme cosas. Me gustaría escribir más sobre este tema de la Memoria Histórica. Este poema surgió de una situación más o menos real que me refirió un amigo.
Simpático, fresco y acertado poema. Saludos!!
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