No, no, no me seáis mal pensados, que no me refiero a la Botella, nombre propio -más bien apellido- con mayúscula. Además, si tal cosa hiciere, más gustito “pa” su cuerpo, Macarena, aaaaaaaáhg, y además sin pecado, que lo haría dentro de la ortodoxia sacramental cristiana del matrimonio. Eso sí, espero que sin preservativo y con una buena marcha atrás, que esas prohibiciones vaticanas sí que es preciso acatarlas estrictamente. Otras prohibiciones, como las que se encarga de sancionar la DGT, al ser más terrenales, a Chema, parece ser que se la traen al fresco.
Y es que ayer mismito, en el acto en el que le fue entregada una medalla de la Academia del Vino de Valladolid, este amigo de Bush –el cual cuenta también con un granado historial etílico- se despachó criticando la Ley del Vino -será que es de cosecha social-demócrata-, y los lemas y consejos de la DGT para tratar de prevenir los accidentes de tráfico causados por la ingestión de alcohol por parte de los conductores. Éstas fueron algunas de las perlas salidas de la bocaza del guerrero ex Presidente: “A mí no me gusta que me digan no puede usted ir a tanta velocidad… o se le prohíbe beber vino…, déjeme que decida por mí, que en eso consiste la libertad… Las copas de vino que me tomo, déjeme que las tome tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie”. Jesulín de Ubrique, probablemente diría, tan sólo en dos palabras: IM-PRESIONANTE.
Esto que escribo a continuación, me hubiera gustado que fuera cosecha de las vides sarmentosas de mi sarcasmo, pero son palabras de Pere Navarro, Director de Tráfico: “Debe ser el efecto del vino y de la proximidad de las elecciones. Si no, no puedo entenderlo”. Aunque lo de la proximidad de las elecciones no termino de cogerlo, ¿acaso piensa Pere Navarro que Aznar es un submarino del Partido Socialista? En cualquier caso, hace tiempo se comenta en plan jocoso que Mariano Rajoy ha encargado a un orfebre de Salamanca una mordaza al estilo de la que portaba Hannibal Lecter para que el tejano vocacional deje de mordisquear los dedos a los suyos y asuma el silencio de los corderos, que, cada vez que habla, parece ser que sube el pan y baja la intención de voto al Partido Popular. Aunque bien pensado, yo estoy meditando seriamente si votar a los populares en la próxima cita electoral, que, si ganan, ya podremos todos gozar de la libertad de darle a la botella (con minúscula) cuando nos plazca, para sentir más intensamente el vértigo de la velocidad. Total, el alcohol al volante siempre afecta a los otros, que yo controlo ¿no?
Así que ya lo saben, para optar a ser Presidente del Gobierno no tiene más que hartarse de tintorro garrafón, ponerse al volante y lanzarse a 240 por hora por la autovía del Mediterráneo a contrasentido. Y, así, una vez investido del poder que otorgan los vapores etílicos, podrá gozar de la libertad de declarar tantas guerras como le plazca y de ser amigo de los emperadores más borrachines del mundo. Y de vez en cuando, además, le concederán alguna que otra medalla y le propinaran unas palmaditas en la espalda tras una conferencia ininteligible de su parte, eso sí, pagada a muy buen precio.
En fin, ya en serio, el buen vino es un manjar delicioso, y, tomado con moderación, según dicen, hasta saludable. Pero, chico, si bebes... toma mejor un taxi.
Y es que ayer mismito, en el acto en el que le fue entregada una medalla de la Academia del Vino de Valladolid, este amigo de Bush –el cual cuenta también con un granado historial etílico- se despachó criticando la Ley del Vino -será que es de cosecha social-demócrata-, y los lemas y consejos de la DGT para tratar de prevenir los accidentes de tráfico causados por la ingestión de alcohol por parte de los conductores. Éstas fueron algunas de las perlas salidas de la bocaza del guerrero ex Presidente: “A mí no me gusta que me digan no puede usted ir a tanta velocidad… o se le prohíbe beber vino…, déjeme que decida por mí, que en eso consiste la libertad… Las copas de vino que me tomo, déjeme que las tome tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie”. Jesulín de Ubrique, probablemente diría, tan sólo en dos palabras: IM-PRESIONANTE.
Esto que escribo a continuación, me hubiera gustado que fuera cosecha de las vides sarmentosas de mi sarcasmo, pero son palabras de Pere Navarro, Director de Tráfico: “Debe ser el efecto del vino y de la proximidad de las elecciones. Si no, no puedo entenderlo”. Aunque lo de la proximidad de las elecciones no termino de cogerlo, ¿acaso piensa Pere Navarro que Aznar es un submarino del Partido Socialista? En cualquier caso, hace tiempo se comenta en plan jocoso que Mariano Rajoy ha encargado a un orfebre de Salamanca una mordaza al estilo de la que portaba Hannibal Lecter para que el tejano vocacional deje de mordisquear los dedos a los suyos y asuma el silencio de los corderos, que, cada vez que habla, parece ser que sube el pan y baja la intención de voto al Partido Popular. Aunque bien pensado, yo estoy meditando seriamente si votar a los populares en la próxima cita electoral, que, si ganan, ya podremos todos gozar de la libertad de darle a la botella (con minúscula) cuando nos plazca, para sentir más intensamente el vértigo de la velocidad. Total, el alcohol al volante siempre afecta a los otros, que yo controlo ¿no?
Así que ya lo saben, para optar a ser Presidente del Gobierno no tiene más que hartarse de tintorro garrafón, ponerse al volante y lanzarse a 240 por hora por la autovía del Mediterráneo a contrasentido. Y, así, una vez investido del poder que otorgan los vapores etílicos, podrá gozar de la libertad de declarar tantas guerras como le plazca y de ser amigo de los emperadores más borrachines del mundo. Y de vez en cuando, además, le concederán alguna que otra medalla y le propinaran unas palmaditas en la espalda tras una conferencia ininteligible de su parte, eso sí, pagada a muy buen precio.
En fin, ya en serio, el buen vino es un manjar delicioso, y, tomado con moderación, según dicen, hasta saludable. Pero, chico, si bebes... toma mejor un taxi.
6 comentarios:
Rafa, casi me muero de la risa cuando pones: Macarena ahhhhhhhhhgggg
Me ha costado ponerme seria y seguir leyendo, pero es que ése enano con bigote tiene el poder de robarme la sonrisa.
Algún día todo el mundo sabrá como es, va por buen camino.
Un beso.
Je, je, me alegro. Una de las intenciones era esa, provocar risa. De hecho, con este texto he inaugurado una nueva etiqueta en el blog que se denomina de este modo, "de risa".
Pero también denunciar en manos de quienes estamos (el que haya sido Aznar no deja de ser anecdótico, aunque, sin duda, no fue anécdota la masacre de Iraq, como otras tantas cosas). Y creo, María, que ya "todo el mundo" sabe como es, y que los militantes serios del PP, deben estar deseando quitarse de encima a semejante bodoque.
Un abrazo
En fin, Rafa, tú que tan bien conoces la admiración que le profeso a Aznar, me lo has puesto a webo, pisha, ese prohombre, santo mamón, uyss, perdón, quería decir varón, caniche melenudo del grigo, santo mamón también, con ese bigote tan bien puesto, camuflando los restos del cunilingus franquista, ese hombre, amigo Rafa, jamás se equivoca, a él no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, por eso se hizo presidente, eso si, salvo cuando se reclina dando la espalda a Bush, sodomita mundial donde los haya y perverso carajote peligroso. Asi que si Josemari bebe copiosamente y después conduce lo único que deseo es que no se encuentre de frente contra otro vehículo pero si contra un gran cartel electoral de PP, muy español, muy católico y con una hermosa gaviota enseñando garras.
Viiiiiiino y besos.
Solo tengo un pero, no pega el garrafón y los 240 por hora, o garrafón y un corsa a 110 en vía urbana, o vino del güeno y un bmw a 240 por autopista. Claro, que mejor una kangoo con megáfono a cuarenta por hora cerca de la residencia del cachondo bigotudo con "a mi me gusta el pipiribipipi, de la bota empiná, parabapapá..." y una y otra vez, y una y otra vez...
Je, je, yo sabía, Manolo, que este tema te motivaría.
Larrey, es verdad, aunque, llegados a un punto, algunos se beben lo que les echen.
Abrazos
Un tío con dos cohones, envidiosos es lo que sois. Él, guerrero en las batallas, que no dudó ni un instante en meterse/nos en una guerra/cruzada contra el infiel/propietario de petróleo. ¡Ah, pobrecito, malentendido que está! Triste y errabundo, agarrándose a la botella, como última solución para sus pesares. Una admiradora del ánsar
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