Parecen seres humanos, pero aunque se supone que aparecieron sobre la faz de la tierra a la par que el primero de los hombres, no son de este mundo. Carecen de alma y sus corazones son duros como un himno. Si te sonríen, huye o estarás perdido; los destellos hediondos de sus fauces son preludio de la dentellada, el pogromo, la mordaza, la ergástula. Están dentro de ti, de mí, de todos, tratando de robarnos identidad y aliento. Si le das un respiro, te acaban suplantando y ya no hay vuelta atrás. Son la ruina, la plaga con mayúsculas, sin parangón, sin paliativos. Si no hallamos el modo de frenarlos, acabarán por devorarnos.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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