domingo, 1 de septiembre de 2013

Bodas de plata

Aquel soneto era un espanto, un bodrio,
pero estaba tan buena,
con su tanga celeste y en topless,
en su fotografía de perfil,
que no pude evitar
hacer un comentario favorable
para luego pedirle que tuviese
a bien considerarme como amigo.
Cuando, luego de un tiempo,
la conocí en persona,
no me decepcionó: de una belleza
fuera de lo común,
gozaba de talento y elegancia
y, amén de haber cursado,
con calificaciones excelentes,
Filología Hispánica, Diseño
de Interiores, Derecho y Matemáticas,
y haberse doctorado en Bellas Artes,
era, en aquellos tiempos, asesora de imagen
de una afamada firma de cosméticos.
No lo ha admitido nunca, pero yo
no debí, en un principio, suscitarle
una buena impresión:
desaliñado, autodidacta, en paro,
no acertaba, turbado
por su glamour sin tara,
a articular palabra.
Consciente de mi azoramiento, dijo,
con gracia y desparpajo y la intención
pudiera ser que de romper el hielo,
que aquel poema que alabé en su día
era realmente pésimo
y que, si pretendía algo con ella,
debía confesarle que si fui
tan elogioso entonces,
más que por su soneto, fue en razón de sus tetas.
Armado de valor a duras penas,
respondí improvisando, entre cursi y brutal,
con esta seguidilla:
"Puede que tu soneto
fuese una mierda,
pero tus tetas son
de otra materia.
Deja que lama,
mi Erato, en tus pezones,
poesía en rama."

Tras una carcajada
vibrante como el Himno a la Alegría,
me dijo que, aun quizás un poco borde,
yo sí que parecía no ser un mal poeta
y que tendría a bien
ser, amén de mi Erato
y el resto de las musas del Olimpo,
mi asesora de imagen
-"ya que lo necesitas con urgencia"-,
si a cambio la instruía en los más íntimos
secretos del poema.
Aquello fue el principio
de una gran amistad
que pronto derivó en amor y sexo
y en estrecha simbiosis
entre verso y glamour.
Y así, entre beso y beso, entre orgasmo y orgasmo,
nos fuimos instruyendo mutuamente,
y al poco, y hasta ahora,
ella me hubo mudado en todo un dandi
y he terminado, gracias a su apoyo,
por ejercer funciones de asesor
de imagen para un sello discográfico.
Y, más que por mi ayuda,
por su sabiduría y buen hacer,
hoy es una prolífica poeta
que cuenta sus excelsos poemarios
como éxitos de venta, y que, al cabo
de más de cinco lustros,
con su tanga celeste y en topless, sigue estando,

más que buena, muy buena.

2 comentarios:

erato dijo...

Interesante historia.Qué bueno! Un abrazo

Anónimo dijo...

Ojalá este fuera el destino amoroso de los poetas desaliñados e incomprendidos