Mi madre,
que cobra una pensión de mierda
y mantiene aún a un hijo sin trabajo ni casa
y ajeno a la humillante, aunque alimente
a base de migajas, caridad del sistema,
hace unos días hizo una llamada
solidaria –gran gala de UNICEF.
“Total, uno cuarenta y tantos, hijo
–me dice con su voz dulce y cansada
de zozobra y diabetes-;
y es que más no podemos, pero hay tanta
miseria en este mundo.”
El gesto de mi madre,
aunque valga infinitamente más,
no saldrá publicado en los periódicos
como aquella limosna interesada
de Amancio Ortega a Cáritas,
ni un día, cuando haya muerto,
dirán de ella que, amén
de ser una modélica patriota
que ayudó con su esfuerzo
a levantar España,
fue un alma solidaria y desprendida.
El gesto de mi madre sólo habrá
este poema sin fe por recompensa,
poema sin valor para esa lírica
y excelsa hipocresía solidaria
que muy de cuando en cuando nos regalan
los poetas del Régimen.
“Total, uno cuarenta y tantos, hijo
–me dice con su voz dulce y cansada
de zozobra y diabetes-;
y es que más no podemos, pero hay tanta
miseria en este mundo.”
El gesto de mi madre,
aunque valga infinitamente más,
no saldrá publicado en los periódicos
como aquella limosna interesada
de Amancio Ortega a Cáritas,
ni un día, cuando haya muerto,
dirán de ella que, amén
de ser una modélica patriota
que ayudó con su esfuerzo
a levantar España,
fue un alma solidaria y desprendida.
El gesto de mi madre sólo habrá
este poema sin fe por recompensa,
poema sin valor para esa lírica
y excelsa hipocresía solidaria
que muy de cuando en cuando nos regalan
los poetas del Régimen.
1 comentario:
Los poetas, sean o no del régimen, son ante todo poetas. Abajo el resentimiento, viva el perdón
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