lunes, 16 de noviembre de 2009

Elegía


No cabe este dolor en tanto mundo,
En tanta podredumbre a vida o muerte,
Con sus cinco sentidos, puro nervio,
Abiertos como abismos al silencio.
El cántico no alcanza a mitigar
El perro desaliento que amortajan
Los sádicos bozales de la nada,
Y el aura inmarcesible de una flor
Que ya mudó el otoño en gris ceniza,
Usurpa sus matices a los sueños.
La sal seca entretanto el horizonte
Dejándolo en muñón, reflejo ciego
De un ala que, truncada, cae a plomo
Sobre un osario mórbido y maldito
Que hincando sus esquirlas al lenguaje
Lacera los aullidos y los cambia
Por un gemido sordo que se espesa
Y anega en su ponzoña la garganta.

1 comentario:

Elsa dijo...

"...En tanta podredumbre a vida o muerte,
Con sus cinco sentidos, puro nervio,
Abiertos como abismos al silencio.
El cántico no alcanza a mitigar
El perro desaliento que amortajan
Los sádicos bozales de la nada"...

Tantísimo dolor y tanta rabia, poeta, tienen que ser llorados.
Tienen una fuerza increible estos versos tuyos.
Duelen de verdad.

Besos.