Que al alba no existiesen.
Que al alba, al despertar
De esta atroz duermevela
Detenida en las ansias
Que eterniza el recuerdo,
Jamás en mi memoria
Hubiesen existido;
Y así poder partir
Sin cargos de conciencia
Ni vínculos de sangre
A los vastos jardines
Donde habite el olvido.
Que al alba, al despertar
De esta atroz duermevela
Detenida en las ansias
Que eterniza el recuerdo,
Jamás en mi memoria
Hubiesen existido;
Y así poder partir
Sin cargos de conciencia
Ni vínculos de sangre
A los vastos jardines
Donde habite el olvido.
4 comentarios:
A veces cuando sentimos que nada nos vincula a la vida, verdaderamente ésta parece un sinsentido y entonces detener su incesante dolor es lo que puede aliviarnos, supongo.
Pero no sé que ocurre, el caso es que un aliento brota, imperceptible, frágil, y tierno, bajo ese hastío y pesadumbre; tan tierno que somos incapaces de aplastarlo y le damos a esos vastos jardines, una prórroga; para habitar de nuevo nuestra vida.
Un abracito, Poeta.
Llegada la siega, el temor a la nada, una sola semilla, nos alerta del fin del hambre.
Un beso
He pasado por aquí de nuevo "pa" ver cómo anda "el terreno" hoy , porque la verdad ese "peñasco inmenso" amenaza con caída.... tié una pinta.... Cuidado, vamos a tener que ponernos el casco antes de entrar en este blog, mi madre !
Besotes
¿Dónde se aloja el alma?
¿y dónde está el olvido?
Van juntos, de la mano
¿guiando nuestro destino?
Chi lo sa...
Un berso.
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