Abre ante mí sus fauces
El último fuego frío.
Impera bajo las ruinas
Del noveno anfiteatro,
Mazmorra de polvo y mármol
Sin resquicio a contra sombra
Y abrumada de intemperie.
Grito bramidos glaciales
A la espera de que el eco
Me devuelva en un susurro
El aliento que preciso
Para escapar con el viento
De su voraz dentellada.
Y desgarran los colmillos
Afilados del silencio
La moribunda esperanza.
1 comentario:
Ya veo que la esperanza sigue agonizando aún después del merecido descanso, no creo que ella se lo merezca, pero bueno el poeta sabrá.
Me alegra tu vuelta... y volver a leer poemas en los que la esperanza nunca muere.
Besos.
Mamen.
Publicar un comentario