Pasa el tiempo y uno piensa
Que madura,
Que las canas y el dolor en las rodillas
Lo han dotado de la enjundia necesaria
Para domeñar a las propias emociones,
Para anteponer la razón
A absurdos latidos de quiceañero,
Ya camino de los cincuenta.
Pero la termodinámica es tan tozuda
Que al fin llega un momento
En el que uno ha de taparse la nariz
Para tratar en vano de evitar las nauseas que produce
La inapelable podredumbre.
2 comentarios:
ay madre, la madurez involuntaria.
Hay que tenr cuidado con ese paso, el de los cincuenta, hay crisi que afectan demasiado pero la mejor medicina es el humor, siempre el humor...y la vida se vive con mejor sentido.
Un abrazo.
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