Abre ante mí sus fauces
El último fuego frío.
Impera bajo las ruinas
Del noveno anfiteatro,
Mazmorra de polvo y mármol
Sin resquicio a contra sombra
Y abrumada de intemperie.
Grito bramidos glaciales
A la espera de que el eco
Me devuelva en un susurro
El aliento que preciso
Para escapar con el viento
De su voraz dentellada.
Y desgarran los colmillos
Afilados del silencio
La moribunda esperanza.
Ya veo que la esperanza sigue agonizando aún después del merecido descanso, no creo que ella se lo merezca, pero bueno el poeta sabrá.
ResponderEliminarMe alegra tu vuelta... y volver a leer poemas en los que la esperanza nunca muere.
Besos.
Mamen.