viernes, 31 de agosto de 2012

ERE que ERE

Alfredo -con 54 primaveras que, de súbito, se habían mudado hacía ya demasiado en crudos inviernos de limosna e intemperie a golpe de ERE parido por la evasión de capital a paraísos fiscales-, tratando de cumplir con los preceptos legales que le diesen derecho a percibir una mierda de subsidio de manos de un severísimo y manirroto padrastro Estado, se encadenó a la pata de la mesa del director del INEM de su barrio. “VUSCO TRAVAJO. Y no me iré de aquí asta pasado un mes pa demostrarlo” -rezaba la pancarta de la que se acompañaba. Ahora Alfredo es feliz en el penal de El Puerto; “Al menos, cuando salga de aquí -piensa-, tendré derecho a la prestación por desempleo”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es un relato con un final un poco raro