He muerto tantas noches por tu causa.
Solo en mi habitación, callado, a oscuras,
con la tristeza impúdica y estéril
del que ansiando morir en la batalla,
tullido y sin vigor, bajo en defensas
–carencias de carácter vitamínico-,
siente que se lo lleva un mal catarro.
Y no sabrás jamás como echo en falta
haber caído abatido por el lúbrico
ardor hondo y letal de tu metralla.
1 comentario:
Ese lúbrico ardor da una fiebre más llevadera que el catarro. Sueños imposibles de amor provocan tristeza impúdica y esteril desde tiempos de Adán y Eva
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