En neolengua –que podría ser, según Orwell, la jerga propia
del totalitarismo global- nada es lo que parece. Cada palabra es tan ambigua y
turbia y está tan vacía de contenido, que puede tener varios y contrapuestos significados
y, más que otra cosa, ninguno. Así, en neolengua cada palabra es siempre
expresión del pensamiento único –que es sinónimo de no pensamiento- sobre el
que, en última instancia, se sostienen y retroalimentan las estructuras de
poder. La neolengua es un sistema de (in)comunicación dirigido a demoler
cualquier tipo de dialéctica, de modo que al pueblo –una amalgama de individuos,
sin nexo social alguno, relegados como mucho a la condición de súbditos-
le sea imposible cuestionar cualquier tipo de imposición o dictado emanados de
los aparatos espurios del Estado. En consecuencia, cuando en neolengua se pronuncia la
palabra Paz –pese a que el pueblo, ensordecido por el estrépito alienante de la
jerga totalitaria, no se percate de ello-, se está hablando en realidad de opresión,
terror, crimen y guerra. Por eso no debe extrañarnos que se haya concedido el
Nobel de la Paz a la Unión Europea.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario