miércoles, 6 de noviembre de 2019

Crimen y testigo


Jamás he sido de poemas místicos.
Pero el volcán que gime agonizante
entre las olas pútridas que alimentan lo incierto,
llama a mi bilis negra a hacerse crimen
y testigo de la última
caída de los dioses, esos seres
inicuos y falaces que nos hacen
la existencia imposible
pese a su inexistencia.
Que cada cuál, si puede, juzgue sus propias faltas
Yo no lo haré, yo he sido
llamado a perecer
picoteando los ojos sin vida del desierto.
Adiós, adiós a todos,
nunca podré decir con fe que ha sido
un placer conoceros. El oasis,
espejismo en la noche,
se ha transmudado en cardo
sin simiente. ¡Aleluya!

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