Hemos sido los responsables directos de la desaparición, aunque aún queden ejemplares vivos, del lince y el lobo ibérico, y ahora soñamos con viajar a países como Namibia, Kenia o Botsuana para, sin perturbar su hábitat natural, de un modo respetuoso hasta las heces con ese monstruo enmascarado al que, para no tener que estar repitiendo sin tregua el término 'capitalisno', denominamos desarrollo sostenible, contemplar con indolencia durante unos días el inexorable proceso de extinción del animales como el rinoceronte, el guepardo o los negros africanos enfermos de miseria, esa miseria que les fue inoculada por nuestro siempre caritativo y, al capital gracias, difícilmente mejorable mundo civilizado.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Cuando aquí no quedan animales salvajes vayamos a contemplarlos a sus lugares de confinamiento, que para eso somos ricachones
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