"Mi resistencia choca contra un silencio higiénico.
Hay excesiva luz y una jeringa llena."
Raquel Lanseros
I
Habrá que exterminar a los ancianos.
Suponen una rémora, un problema
para el sostenimiento del sistema.
(Sólo hemos de salvar de los gusanos
a los de nuestra casta, a los cercanos
a nuestra ideología, esa postrema
doctrina de los dioses que, suprema,
nos da rango de seres sobrehumanos.)
Podríamos vedarles las pensiones
para que pereciesen de hambre y frío,
ahorrando de este modo en inyecciones
letales. Mas del hambre desconfío;
antaño desató revoluciones,
mudando al pueblo en animal bravío.
II
Por tanto, lo mejor será arrastrarlos,
sumisos y engañados, por decreto
a algún lugar ignoto y, en secreto
y con silencio higiénico, matarlos
y, para eliminar pruebas, quemarlos
sin dejar ni un vestigio de esqueleto.
No serán traba el hijo, el nieto inquieto;
diremos que acordamos instalarlos
en lugar feliz como agasajo
por toda una existencia de trabajo
en pro del desarrollo nacional.
Agradecidos y ebrios por la euforia,
pronto habrán de olvidarlos; la memoria
es frágil como copa de cristal.
1 comentario:
Y pensar que en las civilizaciones clásicas y primitivas los consejos de ancianos eran los que gobernaban tribus indias y ciudades griegas...
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